Este equipo de científicos del centro de investigación agrícola de Aichi y de la Universidad de Kioto liderado por Tomoki Kojima explica en un estudio, del que se hizo eco hoy el diario Asahi, que proveen una opción para resolver “el problema de la resistencia a los pesticidas en el medio ambiente”.
Para llegar a esa conclusión, usaron a seis vacas embarazadas de color natural negro con un peso aproximado de 480 kilogramos, a las que pintaron sucesivamente con rayas blancas que contrastaban con su color natural de manera similar a la de una cebra o con líneas negras que resultaban apenas perceptibles.
Las moscas picaron casi la mitad de las veces a las vacas cuando estaban pintadas como cebras, mientras que no hubo diferencias significativas entre cuando no fueron coloreadas y cuando fueron tiznadas con rayas negras.
Trabajos anteriores advierten que este fenómeno se debe a que a las moscas, aunque estén atraídas por la superficie de las vacas independientemente de las rayas, se sienten confundidas a distancias cercanas por esos cambios de colores, lo que les dificulta posarse en la piel del ganado, según indican en esta investigación.
Los autores destacan en la introducción que las picaduras de las moscas causan pérdidas económicas al afectar al comportamiento del ganado y resaltan que ya existen varios estudios que señalan que prevenir ataques de moscas es la función evolutiva de las rayas de las cebras.
Este análisis también muestra que, consecuentemente, las vacas pintadas como cebras tuvieron que realizar menos comportamientos para repeler moscas, como movimientos de cola, giros de cabeza o pisadas fuertes.
Los investigadores afirman que la efectividad de las rayas se da si estas son iguales o menores a cinco centímetros de ancho, para lo que tardaron unos cinco minutos en pintar cada cabeza de ganado, y plantean que este método también podría ser usado en caballos.