La calidad del ADN de ‘Chief’ era tal, que un reciente estudio dirigido por un investigador de la Universidad de California en Davis (EE. UU.) calculó que el toro aumentó la producción de leche por un valor de USD 30 000 millones.
El semental era un toro de la raza Holstein. Era un macho de vaca lechera de toda la vida. Pero el ADN de Chief también escondía una bomba: una mutación genética responsable de unos 525 000 abortos espontáneos en todo el mundo a lo largo de los últimos 35 años. La tara, diseminada durante décadas, provocó unas pérdidas de USD 420 millones, según el mismo estudio.
La historia de Chief es paradigmática de las ventajas y los peligros de la genética en la industria lechera. Y este impacto de la ciencia en los establos se multiplicará a partir de ahora. Zoetis, la primera empresa de salud animal del mundo, anunció en febrero en un congreso en Nueva Zelanda que sus investigadores han secuenciado por primera vez el genoma completo de un macho de vaca lechera. Hasta ahora, la industria de la leche disponía del genoma de referencia de una vaca, secuenciada en 2009, pero se trataba de un animal para producir carne, de la raza Hereford.
“Es como pasar de la televisión analógica a una de alta definición”, aseguró en un comunicado Francisco Fueyo, director de la Unidad de Negocio de Rumiantes y Equino de Zoetis en España. “Ahora estamos en mejor disposición para poder ayudar a estos animales a vencer las enfermedades, algunas tan importantes y con tanto impacto en la salud, el bienestar animal y la productividad del rebaño como la mamitis, la neumonía o las cojeras”, añadió.
El genetista Toni Gabaldón, del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, ha participado en la secuenciación de genomas como el del lince ibérico y el del olivo. A su juicio, el nuevo genoma puede “acelerar mucho el proceso de mejora genética” dentro de la industria lechera. “Puedes buscar qué mutaciones tienen unas vacas que producen un 20 % más de leche y puedes identificarlas y cruzarlas con un toro que tenga genes que aporten resistencia a una enfermedad”, señala.
Gabaldón, no obstante, alerta de una posible tendencia. “Si toda la industria busca un mismo óptimo”, advierte, se puede llegar a “la homogeneización”, con el mismo tipo de vaca en todas partes.
“Sin embargo, de un tiempo a esta parte se está entendiendo la importancia de mantener recursos genéticos variados, ya que sin variabilidad genética no hay posibilidad de mejoras futuras y adaptaciones a otras condiciones”, apunta el investigador.
El genetista recuerda que, en el caso de los vegetales, han surgido bancos de plasma y se conservan variedades autóctonas y silvestres. “Con los animales se podría hacer lo mismo. También aquí veo necesario mantener variedades locales, que pueden aportar genes, mutaciones beneficiosas para según qué casos. Un ejemplo claro del peligro de la homogeneidad es el efecto devastador que tendría una epidemia”, subraya Gabaldón. Un nuevo virus se cebaría con una población de animales fotocopiados.
“Creemos que habrá muchas vacas perfectas a nivel local “, opina la genetista estadounidense Sue DeNise, profesora durante 20 años en la Universidad de Arizona y hoy directora ejecutiva de la división de I+D en genética de Zoetis.
“La vaca perfecta en los trópicos puede no ser la vaca perfecta en climas templados. También puede haber pequeñas diferencias en función de la región que produzca la leche. Tal vez algunos mercados quieran leche líquida, tal vez otros la prefieran en polvo, quizá otros puedan estar interesados en las cualidades para la elaboración de queso. Como las regiones del mundo son diferentes, con diferentes desafíos y necesidades, creemos que no es probable que haya una sola supervaca genética que se ajuste a todas”, sostiene DeNise, coautora del genoma de la vaca lechera.
El bioinformático Cedric Notredame participó en el análisis del genoma de la vaca de carne. En su opinión, la producción de la industria ganadera “ha llegado a sus límites y es necesaria la genética para ir más allá”.
Notredame, también del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, pide que las autoridades eviten la homogeneización de los animales. “Las grandes empresas quieren cosas uniformes, un solo tipo de vaca. Como científico creo que debemos tener diversidad. Un solo patógeno puede tener un impacto terrible”, advierte.
Zoetis destaca que el nuevo genoma servirá para que los productores de vacuno de leche puedan identificar, “mediante el empleo de sencillos test genéticos en la propia explotación”, las hembras de mayor potencial de producción de leche y resistencia a enfermedades. El conocimiento genético también será útil para evitar mutaciones perniciosas en los sementales, como la del toro ‘Chief’. “El genoma de la vaca lechera es una oportunidad para hacer las cosas bien. Pero también para hacerlas mal”, sentencia Notredame.