Según los especialistas, la producción de estos animales tiene un gran potencial de crecimiento, con oportunidades en la exportación y en el mercado interno. Se destaca la mayor eficiencia productiva en el noreste de Argentina (NEA), en cuanto a calidad de carne y leche.
La producción de búfalos busca seguir creciendo en la Argentina, como el mejor complemento de la ganadería vacuna en zonas subtropicales, donde estos animales poseen una gran adaptación al clima cálido, a bañados y campos inundables. «Hoy existen políticas de incentivo, el mercado es enorme y está todo por hacerse», aseguró Marco Zava, uno de los mayores especialistas en la Argentina, quien brindará un curso de actualización en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) los días 6 y 7 de junio, invitado por las cátedras de Producciones Animales Alternativas y de Producción de Bovinos de Carne.
[fresh_button url=»https://perulactea.com/2013/05/08/curso-produccion-integral-de-bufalos-en-la-argentina-y-en-otras-regiones-del-mundo/» size=»large» color=»blue» target=»_blank» class=»»]Lee la información del Curso sobre Búfalos en Argentina aquí[/fresh_button]
América latina es la región de mayor crecimiento para los rodeos de búfalos en el mundo. Si bien la Argentina se encuentra lejos de Brasil (que posee 3,5 millones de cabezas), el crecimiento anual de 12,5% que mostró la producción local en las últimas décadas, le permitió alcanzar los 120.000 animales actuales, respecto de los 1.300 que habían en los ´70.»Pensamos que ese número podría ampliarse y que la producción podría diversificarse, integrando sistemas de carne y leche», opinó.
Olga González, investigadora de Producciones Animales Alternativas de la FAUBA, enmarcó a los búfalos en un conjunto de producciones que tuvieron su auge a partir de 2001 y principalmente con la salida del uno a uno y la sustitución de importaciones: «En ese momento comenzamos a tener un gran crecimiento de estas producciones no tradicionales, también con la cría de ñandúes, caracoles, jabalíes y lagartos, por ejemplo. Hoy estamos estudiando estos aspectos vinculados con el ambiente y el aprovechamiento integral de nuestra fauna, que tiene una gran riqueza y muchas veces la desconocemos».
Según Zava, ingeniero en producción agropecuaria, especializado en mejoramiento genético y en los sistemas de producción de los búfalos desde hace 40 años, los búfalos se instalaron primero en zonas bajas del NEA, donde los vacunos no se adaptaban. Y lentamente fueron introduciéndose en los campos altos, por su capacidad para transformar los pastos de baja calidad en alimentos nutritivos.
«Los búfalos tienen mejores índices de preñez y de ganancia de peso, 15 y 60% superiores a los vacunos», explicó, y añadió: «El engorde de un búfalo en Corrientes o en Formosa demora un año menos que el de un vacuno (se termina en 27-30 meses, con un peso de 480 y 550 kg). Además, las hembras pueden reproducir hasta los 18 o 22 años y cada vientre da unos 16 terneros, contra ocho del vacuno».
El especialista destacó que los búfalos se destacan por la calidad de su carne y de su leche: «La res es excelente. En 2009 fue reconocida por la Secretaria de Agricultura de la Nación (actualmente Ministerio) como equivalente a la de las razas vacunas». Ese mismo año también se estableció una cuota Hilton de 200 toneladas para la exportación de carne de búfalo, que permite comercializar en mercados de alto poder adquisitivo de Europa, como Holanda y Alemania.
De todas maneras, la exportación es una proporción mínima del mercado. Lo más importante es el mercado interno, en el que la carne bubalina se vende masivamente sin diferenciación”, sostuvo Zava. Y consideró que “los argentinos son muy conservadores y, salvo el pollo, consumen casi únicamente carne vacuna”. La carne de búfalo es demandada en nichos de mercado, en la venta en restaurantes o en ciertas carnicerías, donde el producto estrella es el «mamón», que se alimenta durante nueve meses al pie de la madre y alcanza unos 270 kg de peso vivo, con una carne de excelente calidad.
Asimismo, Zava subrayó que la leche de búfala posee un tenor graso hasta tres veces mayor que la vacuna y es especial para hacer muzzarella. En Italia, este producto incuso tiene una denominación de origen, Mozzarella di Bufala Campana, y se exporta a los principales mercados del mundo.
La meta en la Argentina es que, junto con la población de búfalos, crezca la lechería y se establezcan nuevos tambos en otras regiones, más allá del NEA, cercanas a los grandes centros de consumo.»Para esto hoy están trabajando los gobiernos de Formosa, Corrientes y Chaco, con acceso a financiación e información para pequeños y medianos productores», dijo Zava.
«Estos productores también utilizan al búfalo como animal de trabajo para laboreo de tierra o el acarreo, en campos de dimensiones medianas, con pastos naturales y muchas veces de poca calidad. Allí, los búfalos pueden engordarse y, al mismo tiempo, se puede ordeñar a las madres. Sin una alta demanda de tecnología, también se puede hacer queso criollo, que es excelente y se consume en el lugar. Esa familia aumenta sus ingresos y su calidad de vida, con una mejor nutrición», finalizó.