Cada vez oyes a más gente decir que no toma lácteos porque tiene intolerancia a lactosa (debida al déficit de lactasa, enzima necesaria para digerir este azúcar de la leche). Sin embargo, un estudio del Hospital Vall d´Hebron de Barcelona desmintió a muchas de esas personas. El trabajo comprobó que más de la mitad de los pacientes (189 de un total de 351) que creían que tenían ese tipo de intolerancia, absorbían la lactosa normalmente y tenían menos gases, menos diarreas o estreñimiento y menos hinchazón abdominal que cuando tomaban la leche en casa.
¿Conclusión?
Que mucha gente atribuye sus síntomas abdominales a la intolerancia a la lactosa, cuando son otras las causas, como por ejemplo síndrome de intestino irritable.
Sea como sea, hoy no quería hablarte de ese tema, sino de los beneficios para la salud que tienen algunos lácteos, y que nos perdemos por creencias que no han sido corroboradas por pruebas médicas específicas (como el test de de hidrógeno en el aliento, cuyos niveles aumentan cuando el organismo tiene dificultades para descomponer y absorber la lactosa).
La mismísima Sociedad Europea de Cardiología (ESC) declara que “dadas las nuevas evidencias científicas sobre los beneficios potenciales de los lácteos, es necesario reconsiderar los consejos actuales para limitar su consumo”. La recomendación se basa en revisiones de estudios presentadas en el último Congreso de la ESC que indican que, excepto la leche, lácteos como el yogur y el queso reducen el riesgo de mortalidad por cualquier causa.
No me sorprende demasiado, la verdad. Se sabe desde hace tiempo que el consumo de lácteos fermentados reduce el riesgo cardiovascular, de diabetes tipo 2 e, incluso, de obesidad.
La pregunta del millón es por qué la leche tiene un efecto diferente. Según los investigadores que han estudiado el asunto, puede deberse a la distinta forma en que la proteína y las moléculas de grasa se disponen en los lácteos procesados. “La membrana que protege las moléculas de grasa se conserva mejor en los quesos o en el suero de la mantequilla. En cambio, en la leche homogeneizada que compramos en el súper, los glóbulos de grasa se han ‘encogido’, lo cual podría explicar su efecto diferente”, explican.
Mientras el tema termina de aclararse, mejor sí seguimos vigilando el consumo de leche y disfrutando del yogur (sin azúcares añadidos, por favor) y de los quesos (los curados sin desnatar son los que más beneficios ha demostrado en estudios recientes).
¡Nuestra salud y nuestro paladar saldrán ganando!