Su producción se basa en dos pilares fundamentales para la región: proporciona forraje para la alimentación animal y ayuda en la recuperación de suelos. Datos sobre su cultivo en la zona.
Por Juan José Gallego Lic. en G. Agrop. EEA Valle Inferior-INTA
La alfalfa es una especie perenne que pertenece a la familia de las leguminosas y se cultiva en nuestra región sólo en los ambientes con posibilidad de riego, debido fundamentalmente a su alto requerimiento hídrico.
Los actuales sistemas de producción de carne y de leche en los valles norpatagónicos se desarrollan en su mayoría sobre pasturas perennes compuestas principalmente por alfalfa. Estos sistemas tienen dos funciones importantes, por un lado la producción de forraje para la alimentación animal y, en segundo orden, la recuperación de la fertilidad potencial del suelo, debido al incremento en los contenidos de materia orgánica del suelo y a la fijación biológica de nitrógeno atmosférico.
Asimismo, en los sistemas de producción de heno (rollo, fardo y megafardos) la alfalfa es la especie por excelencia debido a sus aptitudes de calidad, producción y facilidad de conservación por la vía seca.
Estos sistemas de producción de heno de los valles irrigados juegan un rol fundamental en la cadena de producción de carne, ya que estabilizan y amortiguan la escasez de pasto en los sistemas de cría de secano en épocas donde la oferta de forraje es reducida debido, principalmente, a las condiciones meteorológicas. También existe en la actualidad un nicho de mercado muy promisorio como lo es la exportación de megafardos hacia países árabes y a Europa.
Se estima que en la actualidad existen en la provincia de Río Negro entre 12.000 y 13.000 hectáreas de alfalfa pura. La mayor parte de esta superficie se destina a la producción de heno.
Nuevo Escenario
A partir del 1 de marzo del 2013, por una resolución del MAGyP (Boletín Oficial de la Nación Nº 32591), la llamada Zona Patagonia Norte A modificó el estatus sanitario a «Zona libre de Fiebre Aftosa que No Practica la Vacunación» y su pertinente reconocimiento internacional.
Esta nueva situación en cuanto al estatus sanitario generó, como primera medida directa, la prohibición del ingreso de carne con hueso a la Patagonia. Esto constituye un escenario para la producción ganadera caracterizado por la oportunidad de abastecer de carne con y sin hueso a un mercado regional que puede cubrir la demanda de carne exclusivamente con la producción regional.
Por lo tanto, los valles de la Norpatagonia tienen un rol fundamental en el desarrollo de los sistemas de producción de carne, leche y heno. Desarrollo que contempla la intensificación de los sistemas productivos en cuanto a la utilización de los recursos (tierra, energía, insumos, agua, recursos vegetales, RRHH, etc).
En estos sistemas desarrollados y especializados, el cultivo de alfalfa es una especie clave para incrementar la oferta de forraje en cantidad/calidad y así brindarles sostenibilidad a los sistemas.
El rendimiento potencial del cultivo de alfalfa en la región es información importante que debemos conocer para saber dónde estamos parados y en qué podemos y debemos mejorar el sistema para acercarnos a esos rindes. Por otra parte, para obtener altos rendimientos en cantidad y calidad de alfalfa es necesario ajustar aspectos de tecnología de insumos y manejo que intervienen en el ciclo de producción del cultivo. En este artículo sólo se abordarán de manera general algunos de ellos.
Potencial Productivo
La alfalfa es una especie C3 de ciclo primavero-estivo-otoñal que depende fundamentalmente de la temperatura, el fotoperíodo y el agua para un activo crecimiento (además de los factores edáficos y de manejo).
Es una especie que cuando los días se acortan (a partir del 21 de diciembre) comienza a retardar el crecimiento gradualmente hasta la época de frío de otoño-invierno (primeras heladas), cuando tiene la característica genética de entrar en reposo invernal hasta que las condiciones u oferta ambiental sean las adecuadas.
Dentro de la especie se distinguen diferentes grupos y grados de acuerdo con su latencia invernal. En nuestra región, generalmente, se utilizan alfalfas de grupo intermedio (GR 6-7) y grupo sin reposo (GR 8-9).
A continuación se presentan resultados de producción de forraje a nivel experimental de alfalfas de GR 6-7 (promedio de 12 cultivares) y GR 8-9 (promedio de 32 cultivares) en cuatro ciclos productivos. En los ciclos evaluados se realizaron entre cinco y seis cortes.
Se puede observar en la figura 1, que ambos grupos de alfalfa presentaron producciones de forraje similar y con un mismo patrón de rendimiento a lo largo de los ciclos productivos. Tanto para las de GR 6-7 y GR 8-9 la reducción en la producción de forraje del ciclo 1 al 4 fue del 23 y 15% y con una persistencia en promedio de 94 y 96% respectivamente al finalizar el experimento al cuarto ciclo.
Fertilización Fosforada
El fósforo (P) es uno de los nutrientes esenciales de mayor importancia para el cultivo de alfalfa. La mayor parte del P en la planta es rápidamente convertida en compuestos orgánicos que participan en diversas reacciones vitales. Es esencial para la formación de ácidos nucleicos, fosfolípidos y ATP, lo cual está asociado a la fotosíntesis, formación de proteínas y fijación simbiótica de nitrógeno.
El P es un elemento que su disponibilidad depende, entre otros factores, de las características del suelo.
Cabe destacar que la alfalfa alcanza los máximos rendimientos con más de 25 ppm de P asimilable en los primeros 20-30 cm del suelo y que valores inferiores deprimen el crecimiento de manera significativa.
La fertilización fosforada de alfalfa al momento de la siembra y/o las refertilizaciones son prácticas que han mostrado respuestas significativas en la producción de forraje cuando la disponibilidad es baja y no está limitada por ningún otro factor. Sin embargo la realización de un análisis de suelo antes de la siembra es fundamental para conocer el estado nutricional del suelo y así evitar subaplicaciones o sobreaplicaciones que conlleven gastos económicos innecesarios e incluso disturbios a nivel ambiental.
Requerimiento Hídrico
La alfalfa requiere un gran aporte de agua para su crecimiento y desarrollo, pero debemos ser razonables y evitar aportes excesivos que provoquen el despilfarro con sus respectivos problemas (salinización, encharcamiento, pérdida de plantas por asfixia radicular) y aportes escasos que hagan disminuir la producción.
Para ello es necesario conocer la evapotranspiración de referencia que depende de la zona, parámetros climáticos, tipo de cultivo, densidad de siembra, etc.
Para la zona del Valle Inferior del Río Negro, el requerimiento hídrico del cultivo de alfalfa es de aproximadamente 1.300-1.400 mm anuales (figura 3). En la región, la precipitación anual histórica es de 412 mm, por lo tanto la diferencia de agua para cubrir sus requerimientos se lleva adelante mediante riego gravitacional.
Se requiere sincronizar los pastoreos y cortes del pasto con los riegos, de manera que no se produzcan demoras entre la salida de los animales de las parcelas o los cortes y el riego de las mismas. Esto representa un gran desafío para los sistemas ganaderos de nuestros valles, ya que en la medida en que se sincronice la cosecha del forraje con el riego, evitándose reducir la cantidad de riegos aplicados a las pasturas, se contribuirá a incrementar la producción de forraje.
Cantidad/Calidad del forraje henificado
En el proceso de producción de heno de alfalfa hay cuatro etapas que influyen en el rendimiento y calidad del mismo: corte, secado, recolección y almacenamiento.
Quizás uno de los más importantes es el momento del corte, debido a que el estado fenológico o de madurez de la planta constituye el factor más importante a tener en cuenta para producir forraje conservado de alta calidad, ya que expresa el efecto acumulado que el medioambiente y el genotipo tienen sobre la planta (figura 4).
A medida que se posterga el corte de la alfalfa hasta el estado de floración, el rendimiento por hectárea aumenta linealmente debido principalmente al incremento en el peso de la fracción tallo, pero esto va asociado a una disminución en la relación hoja/tallo y a cambios en la composición química que determinan un menor valor de proteínas.
El porcentaje de hojas en peso seco puede llegar al 70% en estado de pre-botón floral y disminuir hasta un 30% en estado de floración avanzada.
El momento óptimo de corte de alfalfa dependerá del objetivo de producción al que se destina el forraje conservado y de los requerimientos de los animales.
Por lo general se trata de alcanzar un equilibrio entre el rendimiento de materia seca y su valor nutritivo, relación que se expresa como el rendimiento de nutrientes por unidad de superficie. En términos generales, el punto de mayor rendimiento de nutrientes/ha para la alfalfa se ubica entre principios y mediados de floración.