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Cría de terneras lecheras: ¿Separación inmediata o tardía tras el parto?

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La pronta separación después del parto de las terneras recién nacidas de sus madres, constituye una práctica casi obligatoria en las granjas lecheras, alejada de lo que ocurre en condiciones de cría natural, donde las terneras permanecen largo tiempo con sus madres antes de su separación definitiva. Es tentador, desde el punto de vista del bienestar animal, explorar la posibilidad de trasladar esa separación tardía al manejo de los rebaños lecheros en la actualidad. Veamos qué tienen de bueno y de malo cada una de estas dos alternativas.

En comparación con la de otros animales de abasto (por ejemplo, cerdos y aves de corral), la percepción que se tiene en materia de bienestar animal con las vacas lecheras es francamente favorable, a lo que viene contribuyendo sin duda esas campañas publicitarias que recalcan este aspecto positivo de las actuales granjas lecheras. Pero hay dos prácticas de manejo que empañan esa buena imagen. Estas son las mutilaciones (por ejemplo, el descornado) y la separación de las crías de sus madres en las primeras horas siguientes al parto.

No hay ninguna regulación explícita al respecto en la vigente normativa comunitaria sobre bienestar animal. A pesar de ello, y en lo referente a la supresión de los cuernos, afortunadamente se va generalizando el protocolo a seguir para evitar el sufrimiento de los animales por el dolor causado; cada vez son más los ganaderos que afrontan esta operación con la aplicación, cuando menos, de anestesia, como es obligatorio, por cierto, en países como Canadá y Nueva Zelanda. Nada cambia, sin embargo, respecto a la segunda práctica citada, llevada a cabo de forma rutinaria desde hace ya tiempo en la mayoría de las ganaderías.

¿SEPARACIÓN INMEDIATA O TARDÍA?

En el cuadro 1 aparecen de forma resumida las ventajas e inconvenientes de una y otra modalidad de separación, en vista de las cuales no cabría priorizar ni descartar ninguna de las dos. Es verdad que la separación inmediata se ha convertido en una práctica generalizada en las ganaderías de medio mundo y de hecho aparece como una de las más elementales en los textos y tratados dedicados al manejo del ganado vacuno lechero.

Resulta impensable hoy por hoy que cese su puesta en práctica y dé paso a otra forma distinta de  proceder en las modernas granjas lecheras. Su principal baza a favor es el control de la alimentación calostral, ya que posibilita el acatamiento de las reglas básicas al respecto y aminora, presuntamente, el sufrimiento de los animales con tan rápida separación después del parto.

Pero no puede desprenderse de su rechazo y mala prensa entre la opinión pública precisamente por eso, por el inmediato alejamiento de madres y crías quebrando los patrones de conducta natural de ambas
en perjuicio de su estado afectivo, con el agravante de la falta de humanidad que comporta.

Esto es lo que se trata de corregir mediante la separación tardía, que prolonga el contacto entre vacas y terneras recién nacidas, ganando con ello en aceptación por los ciudadanos y acallando las consabidas críticas. Puede que con el paso del tiempo se convierta no ya en una recomendación, sino en una obligación incorporada como tal en la normativa comunitaria sobre bienestar animal.

Todos recordamos los drásticos cambios que tuvieron que afrontar años atrás los avicultores de puesta en sus granjas para el cumplimiento de la nueva reglamentación impuesta en el sector, a fi n de evitar el
sufrimiento de las gallinas ponedoras tal como se las mantenía enjauladas y hacinadas hasta entonces.

Más recientemente (año 2018), los auditores europeos integrantes del Tribunal de Cuentas Europeo
creado por la Comisión Europea (CE) para el seguimiento de las normas comunitarias en materia de bienestar animal, reclamaban más ambición en los objetivos y cumplimiento de las mismas. Es por ello
que no debemos descartar nuevas normas entre los distintos sectores pecuarios, y tal como ya se ha dicho, se reoriente la cría de las terneras lecheras hacia la separación tardía de sus madres.

La opción de libre acceso es la que mejor emula las condiciones de cría natural, pero arrastra tres claros inconvenientes. El primero, ya sabido, lo sumamente estresante que resulta la separación. El segundo, las dificultades al destete dado que las crías llegan a ese momento sin Rendimiento optimizado haber consumido apenas alimentos sólidos, tan solo la leche materna. Y el tercero, la falta de acostumbramiento a la presencia humana, lo que puede complicar el futuro manejo por parte de los cuidadores. El acceso restringido a dos contactos diarios predispone a los animales a una más fácil separación, pero puede que reduzca las posibilidades de las crías de aprendizaje de las madres y, sobre todo complica las labores de manejo por la necesidad de tener que juntar unas y otras dos veces al día y luego volver a separarlas. Esto nos deja la permanencia conjunta durante medio día como la opción más favorable en todos los sentidos, con tiempo suficiente de amamantamiento y aprendizaje por las crías, con la familiarización de éstas con los cuidadores y el alimento sólido y sin tanta complicación a la hora de separarlas de sus madres y volver a juntarlas. Los propios ganaderos tendrán la última palabra a la hora de decantarse por una opción u otra, pero habrán de asegurarse en todo caso, por la importancia que tiene, que las terneras reciben en tiempo y forma suficiente calostro.

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