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Por el Camino de la Intensificación

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Con el precio de la tierra valorizándose año tras año y la agricultura presionando para ganar más superficie, en la actividad lechera ya se ve en la intensificación una tendencia central e irreversible para apuntar a producir más litros de leche por hectárea.

Ese es el diagnóstico que, con matices según el modelo de intensificación que uno u otro especialista considera más conveniente de acuerdo con el productor y la zona, predomina en el sector. «Con el avance tecnológico que experimentó la agricultura, acompañada de los excelentes precios, principalmente de la soja, tenemos una variable importante [para la actividad lechera] como es la competencia por el uso de la tierra. El costo de oportunidad de la tierra pasó a ser una variable clave para todos los productores», expresó Ezequiel Cabona, presidente de la firma DeLaval.

En esta línea, la intensificación tiene dos vertientes. Por un lado, buscar el mayor aprovechamiento y eficiencia de los recursos forrajeros y de alimentación en general para lograr una mayor conversión en leche. Para tener en cuenta, en los tambos de mediana a gran escala en los últimos diez años la participación del pasto en la dieta total cayó del 50% al 25%. En paralelo, hubo un incremento del silo de maíz (del 30 al 45%) y del concentrado, que subió del 20% al 40%, aproximadamente, según Cabona.

Pero, además, la otra pata fuerte de la intensificación lechera también tiene que ver con maximizar el uso de la tierra y concentrar los animales. Según Guillermo Veneranda, responsable de producción de leche de La Sibila, «intensificar es producir más». En el caso del tambo, eso significa producir más litros por hectárea.

Un dato que aportó Veneranda refleja la disparidad existente cuando se aborda este indicador. «En la Argentina, la brecha productiva entre el tercio inferior de los tambos y el tercio superior es muy amplia. El tambo promedio produce 6000 litros por hectárea por año y sólo el 10% supera los 9000 litros de leche por hectárea», dijo.

En este contexto, en el sector se busca una respuesta o varias a la vez, para una serie de interrogantes. ¿El sistema pastoril puede seguir en pie?; ¿hay un solo camino, o una multiplicidad de opciones para intensificar?; ¿conviene hacerlo a corral ( dry lot ) o con el sistema estabulado ( free stall) con techo y cama?

«No existe un único sistema de producción válido para la Argentina. La definición del tipo de sistema, ya sea pastoril, a corral o estabulado, depende, por un lado, de las condiciones climáticas, pero en mayor medida de la capacidad de gerenciamiento y posibilidades de inversión del productor», coinciden los especialistas.

Se encuentran casos muy exitosos de sistemas pastoriles o estabulados, y ambos conviven y crecen. Ante potenciales caídas en los precios o merma en la relación leche/concentrado, los pastoriles presentan una mayor flexibilidad. Por el contrario, ante variaciones climáticas y posibilidades de crecimiento en escala los intensivos son más atractivos.

A corral

Veneranda contó que tienen un módulo de 400 vacas en confinamiento en corrales secos. Pusieron en marcha este sistema apuntando, entre otras, a las siguientes premisas: no modificar los ingredientes de la dieta y producir la mayor cantidad en el campo; no pastorear; aumentar la producción de forrajes; asegurar la comida los días de lluvia; 25 litros por vaca por día como promedio anual, incluyendo en el cálculo todas las vacas.

Entre las ventajas, según Veneranda, con el encierre las vacas reciben una dieta más uniforme y controlada a lo largo del año; no tienen que hacer largas caminatas para conseguir el alimento, y mejora su estado corporal y aumenta el consumo de materia seca, con lo cual sube la producción lechera.

Por el lado de las desventajas, el especialista enumeró el mayor uso de maquinaria (por mayor costo), problemas sanitarios por el confinamiento (mastitis por gérmenes), mayor dependencia de alimentos conservados (silo, heno) e inversiones mayores en instalaciones.

En los sistemas a corral, la inversión es menor, pero con un menor control de las variables. En tanto, el free stall (estabulado) es un sistema con mayor costo, aunque se puede tener un mejor control de algunas variables climáticas y un mejor confort de los animales. (ver aparte).

Desde San Carlos Centro, Santa Fe, Carlos Sola, productor y asesor comentó que allí los sistemas de producción tienen encierres según la necesidad del productor. «Hay encierres (con medias sombras, patios de comidas, entre otras comodidades) según necesidades y épocas», relató.

«Acá, la intensificación viene por el aumento de la carga; tenemos varios tambos por encima de 2 a 2,3 vacas por hectárea e incluso 2,8», añadió. Según Sola, en la zona la producción por hectárea va de 12.000 a 18.000 litros por hectárea, e incluso hay un caso con 24.000. La soja aquí rinde un promedio de 28 quintales. Para el productor, con esos indicadores lecheros se compite perfectamente con la soja.

Tambo estabulado

Para Rubén Scolari, productor y asesor de Marull (Córdoba), más temprano que tarde se va a ir hacia el free stall .

En la actualidad, en esa región el 70% de la leche en producción proviene de encierres que hacen los productores. En esos encierres hay sombras para los animales, calles de alimentación y con mixers dos o tres veces al día y se da de 10 a 12 componentes entre núcleos, concentrados, silo, subproductos.

Allí se ha pasado de producción de 7000 a 8000 litros por hectárea a 12.000/15.000 litros por hectárea. Incluso, hay un emprendimiento que apunta a un nivel de más de 20.000 litros.

Uno de los argumentos para el encierre allí tiene que ver con los suelos, que son franco-limosos con facilidad para la compactación y dificultades para la infiltración. Pensando en un estabulado, allí hay otros ítems que pueden influir para tomar decisiones en este sentido. Uno de ellos es que en verano hay de 30 a 40 días con más de 33 grados y de 60 a 70% de humedad. Además, las precipitaciones de la zona promedian 700 mm.

En esa zona ya se está construyendo un free stall y se están evaluando proyectos por otros cinco.

En su caso, Scolari, que posee de 400 a 450 vacas en ordeño, ya tiene un esquema con encierre con calles de alimentación y corrales. Pero su objetivo apunta al estabulado. «Iniciamos un proceso de inversión y tenemos algo intermedio, pero estamos en la línea del estabulado», explicó.

«¿Están para el estabulado?», se le preguntó a Sola, de San Carlos Centro. «Todavía falta agrandar más el tamaño de los tambos [el promedio es 150 vacas en ordeño] y hay que tener bien acomodadas todas las variables. Sumar vacas porque sí sólo puede agregar problemas», respondió.

 

Fuente: La Nación

 

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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