Todo negocio busca la retribución monetaria del esfuerzo, tiempo y riesgo asumido después de recuperar el capital invertido. El caso de la ganadería no es distinto solo que al trabajar con animales que poseen requerimientos nutricionales dinámicos y una variabilidad nada despreciable en la composición de sus principales insumos (dígase alimento), el nivel de incertidumbre que debe manejar puede resultar un tanto abrumador.
Ante esa inestabilidad, y para contrarrestar la diversidad de estados carenciales, se han diseñado diferentes suplementos que contienen micronutrientes asociados a funciones vitales y de los que se conoce el efecto biológico de su deficiencia (Tabla 1).
La importancia de los preparados para la suplementación radica en que aseguran la suficiencia de compuestos y la cantidad que llega a los animales a los que se le aplica, reduciendo así la probabilidad de mantenerlos en condiciones subóptimas que les impida expresar su potencial genético y rendimiento esperado.
La elección de un suplemento depende de cada situación y no se les debe entender como balas de plata contra patologías sino más bien como pólizas de seguro cuando tengamos la sospecha de que el alimento sea deficiente en uno o más compuestos, la exigencia metabólica supere la capacidad de la ingesta habitual para cubrir los requerimientos (vacas en transición, por ejemplo) o en efecto, estemos frente a animales evidentemente mal nutridos.
Con respecto a la idoneidad de la suplementación, debemos aplicar un análisis marginal sobre la situación de los animales, o dicho en términos más sencillos, respondernos la siguiente pregunta: “¿Hasta qué punto mi gasto en el suplemento me brindará un beneficio?”.
Para ejemplificar este concepto podemos dirigir nuestra atención hacia el estudio de McArt et al., 2015 donde el efecto de una suplementación oral de calcio, sin evaluar la pertinencia de medida resulta en un beneficio económico en solo el 80% de los casos (y perdidas en el resto), sin embargo, al ajustar los criterios para su aplicación en condiciones de riesgo todas las intervenciones resultan rentables a nivel hato.
Otro ejemplo notable es el de la suplementación de selenio en animales alimentados al pastoreo en Nueva Zelanda, donde las recomendaciones indican que el alimento debe tener un mínimo de 0.03mg de Se por Kg de materia seca y la suplementación en animales que cumplen esa recomendación no demuestra un beneficio en la producción lechera, incidencia de mastitis o performance reproductivo.
Esto último nos lleva a la posibilidad de considerar puntos de corte para la toma de decisiones sobre la categorización de los animales en grupos o rebaños suplementables (dentro de los niveles de deficiencia y marginales) y no suplementables (en niveles adecuados o muy cercanos al límite superior de los niveles marginales) basados en la ingesta proyectada o los análisis bioquímicos de su sangre en lo que llamamos perfil metabólico.
Cuando estos valores no existan, no se encuentren disponibles para una vitamina y/o mineral o por motivos logísticos y/o monetarios no es posible realizar las pruebas, el método convencional es suplementar subpoblaciones en búsqueda de respuestas significativas contra el resto de la manada y luego analizar las diferencias a través de una diferencia en diferencias, prueba T o ANOVA según el diseño experimental que se acomode a sus condiciones.
Después de optimizar los valores nutricionales es posible que los animales aún requieran de un impulso durante condiciones de mayor exigencia metabólica ya que en la capacidad de síntesis de estos estará saturada con la producción de otros que la misma genética del animal prioriza. Es ahí donde entran a tallar los multitónicos, bioestimulantes y promotores de crecimiento.
Unos se enfocan en entregar compuestos producidos de manera exógena listos para ser usados dentro de las funciones metabólicas y por ende mejorar la respuesta del animal, mientras que los últimos reducen la presión ambiental en los animales a favor de un menor gasto de recursos en la defensa del organismo.
Otro aporte suplementario interesante es el de los hepatoprotectores, preparados diseñados para descongestionar cuellos de botella metabólicos y brindarles un apoyo adicional para que pueda seguir efectuando sus funciones de manera normal.
Sobre los promotores de crecimiento podemos distinguir entre los antibióticos y no antibióticos, siendo los no antibióticos la nueva tendencia y respuesta ante la preocupante diseminación de la resistencia antimicrobiana.
Por ultimo no podemos dejar de lado a los anabólicos, una alternativa que ha demostrado un excelente retorno a la inversión ya que además de aumentar la ganancia de peso, hace que esta sea principalmente en músculo y con una menor conversión alimenticia.
Esperamos que este articulo haya sido de ayuda y ahora tengan una mejor idea de que es lo que su ganado podría estar necesitando para obtener el mejor rendimiento y Ud. la mejor rentabilidad por su esfuerzo.
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