La pandemia de COVID-19 ha puesto una en los últimos tres meses una presión considerable sobre los servicios de salud pública de todo el mundo. Hasta el momento, alrededor de 200 países han notificado la existencia de casos humanos de COVID-19 en sus territorios y se han registrado cientos de miles de muertes humanas. Incluso si se sugiere que el virus que causa el COVID-19 (SARS-CoV-2) emergió de una fuente animal y algunos animales han sido infectados por personas, la pandemia se extiende y propaga a través del contacto entre humanos. Hasta la fecha, no hay evidencia que demuestre que los animales desempeñen un papel significativo en la propagación de la enfermedad.
Esta pandemia afecta a las poblaciones de formas muy diversas y nos recuerda que la colaboración multisectorial acorde con el enfoque de «Una sola salud» y el intercambio de conocimientos especializados son más importantes que nunca. Se ha recopilado rápidamente una gran cantidad de conocimiento desde enero, y aún existen incertidumbres. Esto requiere aún de mucho trabajo para comprender mejor el origen del virus y cómo ingresó en la población humana.
Los científicos están trabajando sin descanso para comprender mejor al virus y su evolución, desarrollar protocolos y mejorar la capacidad de respuesta a esta crisis de la salud humana.
Esta pandemia destaca claramente la necesidad de una colaboración duradera y sostenible bajo el enfoque de “Una sola salud” que puede adoptar diversas formas.
Más allá de la investigación colaborativa, el sector de la sanidad animal y en particular los Servicios Veterinarios contribuyen de diversas maneras en la construcción de una respuesta común frente la pandemia. En muchos países los veterinarios han demostrado su compromiso a la hora de acompañar la labor de los servicios y las autoridades de salud pública. Los laboratorios veterinarios han aportado su experiencia y pericia en el análisis de enfermedades infecciosas en grandes volúmenes al analizar muestras humanas para la vigilancia epidemiológica de la enfermedad, apoyando así la capacidad de diagnóstico de los servicios de salud humana. Algunas clínicas veterinarias han donado materiales esenciales como equipos de protección personal y ventiladores. Asimismo, profesionales veterinarios se han ofrecido como voluntarios en hospitales y laboratorios cuando los recursos humanos disponibles no fueron suficientes. En algunos países los epidemiólogos veterinarios respaldan a sus homólogos en la respuesta de salud pública encaminada a hacer un seguimiento de la enfermedad en el hombre y apoyar el desarrollo de intervenciones eficaces de salud pública.
Junto con el esfuerzo de gestión de crisis, no hay que olvidar que las actividades cotidianas de los Servicios Veterinarios contribuyen también a la atención de necesidades críticas, que en las circunstancias actuales se encuentran bajo un severo desafío: La inocuidad de los alimentos, la seguridad alimentaria, así como los medios de subsistencia están intrínsecamente vinculados a sistemas de producción animal sólidos. Es fundamental que los Servicios Veterinarios sigan llevando a cabo sus múltiples actividades, las cuales contribuyen a garantizar la continuidad de un suministro seguro de alimentos a la población y a sostener su subsistencia. Los efectos derivados del COVID-19 en la economía, la sanidad animal y la seguridad alimentaria son hoy más importantes que nunca.
A través de su misión de establecer normas en el ámbito de la sanidad y el bienestar animal, de informar y reforzar capacidades, la OIE se moviliza plenamente para acompañar a los Servicios Veterinarios de todo el mundo para hacer frente a esta situación, y ha puesto en marcha un mecanismo de respuesta orientado a respaldarlos en diversos aspectos de su labor diaria. La OIE se mantiene en contacto permanente con sus socios tripartitos, la OMS y la FAO. Varios grupos de expertos de la OIE están elaborando asesoramiento científico sobre las prioridades de investigación, comparten resultados de las investigaciones en curso en los animales y elaboran conclusiones científicas sobre las implicaciones del COVID-19 en términos de sanidad animal y salud pública veterinaria. Asimismo, la OIE ha elaborado orientaciones de alto nivel para los laboratorios veterinarios que trabajan con los servicios de salud pública con vistas a reforzar el análisis de muestras humanas y, actualmente, desarrolla directrices sobre las circunstancias excepcionales bajo las cuales podría justificarse la realización de diagnósticos en animales. De cara al futuro, la OIE está trabajando con su Grupo de trabajo sobre la fauna silvestre, los Países Miembros y los socios internacionales para desarrollar un ambicioso programa de trabajo que tiene como meta reducir y gestionar el riesgo de eventos de propagación de enfermedades entre la fauna silvestre, el ganado y los seres humanos.
La naturaleza sin precedentes de esta pandemia y los misterios en torno a este virus requieren enfoques nuevos e innovadores para hacerle frente, que sólo se lograrán mediante una colaboración intersectorial y acciones colectivas.