Con cerca de 27 millones de cabezas de ganado, Colombia es el noveno país con mayor población de bovinos en el mundo, según la Organización para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO).
En los Llanos Orientales colombianos, las explotaciones ganaderas son extensivas, y los bovinos pastorean en zonas abiertas donde fácilmente pueden consumir plantas de todo tipo, incluso tóxicas, de las que se conoce muy poco, pese a investigaciones previas realizadas por investigadores de la Universidad Nacional y el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), señala la veterinaria de la Universidad Nacional de Colombia (UN), María Constanza Lozano.
Estas plantas se caracterizan por tener metabolitos secundarios y otra serie de compuestos químicos como cumarinas, saponinas, glicósidos cianogénicos y cardiotónicos, alcaloides, nitratos y ácido monofluoroacético, entre otros, que pueden producir toxicosis, enfermedad ocasionada por el consumo de tóxicos.
Así lo explica la investigadora Lozano, quien junto al médico veterinario Carlos Moreno se embarcó en un nuevo estudio que busca integrar la salud de los bovinos y el análisis químico de las plantas que consumen. “Visitamos fincas y entrevistamos a los granjeros para saber qué plantas consideran nocivas para sus animales. Así, realizamos un inventario botánico y tomamos ejemplares para su identificación taxonómica en herbario. De igual manera, examinamos el ganado enfermo y les tomamos muestras para caracterizar posibles intoxicaciones”, afirma el profesor Moreno, coordinador de la investigación.
Evidencias de enfermedad
En las 148 fincas examinadas en los departamentos de Meta y Casanare, se halló que el principal efecto ocasionado por el consumo de plantas tóxicas es el síndrome de muerte súbita de los animales, sin la presencia de signos clínicos.
También se estableció que algunos bovinos registran fotosensibilización, es decir, lesiones en la piel conocidas entre los granjeros como peladeras o fiebrón. Según María Cristina Lozano, “pueden ser producidas por un pigmento que circula en la epidermis y se activa con la luz solar alterando los tejidos”.
Esta reacción de la piel es ocasionada por plantas como la “lantana”, ampliamente sembrada en las fincas de los Llanos Orientales, y por pasturas de “braquiaria”, presentes en el 85% de los predios visitados. No obstante, para los vaqueros, la especie responsable de las lesiones en su ganado es el “orejero”, señala la investigadora.
El Inventario
En la lista construida por los médicos veterinarios de la UN aparecen como tóxicas las plantas pertenecientes a las familias Apocynaceae, entre las que se encuentran el borrachero blanco (Mandevilla trianae, Mesechites trifidus), el borrachero rojo (Allamanda sp., Marsdenia rubrofusca), el borrachero negro (Tabernaemontana heterophylla, Tabernaemontana siphilitica) y el borrachero turma de perro (Stemmadenia grandiflora). Para los investigadores resultó preocupante establecer que el 41% de los encuestados no reconoce ninguna planta como venenosa, y solo el 25% sabe de una.
La colecta y posterior clasificación del inventario integra más de 70 plantas. “Encontramos especies de interés farmacológico, por ejemplo, para tratar enfermedades renales”, asegura Carlos Moreno.
Sobre el compuesto tóxico del helecho macho (Pteridium aquilinum), que crece en el piedemonte, hay reportes que señalan su excreción en la leche de las vacas. En total, los investigadores identificaron 40 plantas reconocidas como tóxicas por la población, 22 sospechosas de causar intoxicación (por la alteración de la salud que causan en los animales) y 12 empleadas con diferentes propósitos por parte de la comunidad. Muchas de estas no tienen registros científicos relacionados con su composición química y/o actividad toxicológica o farmacológica, advierten los especialistas de la UN.
Mortalidad
Reportes realizados por el ICA en años anteriores estiman que el 0,5% de los bovinos mueren por el consumo de plantas tóxicas. La investigadora Lozano hace cuentas así: “Tenemos que el 27% de los 27 millones de bovinos están concentrados en la región oriental colombiana. Si traducimos este porcentaje en número, podemos estimar que 35 mil reses morirían cada año en los Llanos Orientales por el consumo de este tipo de plantas”.
El estudio de la UN busca ofrecer a los ganaderos herramientas para que aprendan a reconocerlas y sepan cuáles son los tratamientos que deben aplicar para evitar la mortalidad. “Culpar a las plantas no es la solución. De hecho, está ocurriendo que, si un ganadero identifica una planta tóxica, la tumba. Están cayendo muchos árboles”, indica María Constanza Lozano.
Según su criterio, “se debe dar un mejor manejo a las explotaciones ganaderas, tener una buena oferta forrajera (sobre todo en época de sequía que es cuando el ganado consume cualquier especie que aparece en su camino), agua disponible y cercar zonas que presenten una alta cantidad de plantas, como los bosques”.
Para Carlos Moreno, el ideal es la prevención más que el tratamiento de las intoxicaciones o la erradicación de las plantas, pues estas cumplen una función importante en los ecosistemas, sea cual sea su composición. El consumo de aquellas especies nocivas se amplía en periodos de crisis, cuando no hay alimento, y es justo en esos periodos cuando suceden los picos más altos de mortalidad. Identificada esta problemática, se le debe aportar a la previsión”, finalizó el médico veterinario de la UN.
Fuente: Agencias