Las Pasturas Crecen Mejor según el Ambiente

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El ingeniero Nicolás Beltrán, técnico de INTA Marcos Juárez, estuvo en Las Varillas, Córdoba – Argentina, transmitiendo sus recomendaciones a los asistentes de una jornada organizada por la firma Caverzasi Ortín, con el foco puesto en la relación entre el ambiente y las pasturas.

“Hay que saber qué cosas observar en los ambientes para elegir la forrajera indicada” dijo Beltrán, para introducir su idea. “Lo primero que miramos es dónde está la napa, qué conductividad eléctrica tiene, y qué concentración salina tiene el suelo a distintas profundidades. Así, con esas dos o tres variables, podemos decidir qué especie hacer dentro de cada ambiente”, resumió el ingeniero.

Todo un Abanico

Entre las opciones de pasturas, en un extremo estaría la alfalfa, en el otro el agropiro. En el medio puede estar la grama y la festuca, pero Beltrán advirtió que “Agropiro es la última opción forrajera. No porque sea la peor, sino porque dentro de lo que tenemos para elegir, si no ingresa Agropiro es difícil que ingrese otra forrajera, por lo menos hasta el momento, y por niveles de salinidad”.

Es importante medir la conductividad eléctrica del suelo para elegir la especie de pastura a implantar. Beltrán lo recalcó especificando que “si la conductividad es alta, se hace Agropiro. Sin embargo, también hay que saber a qué altura está la napa freática –advierte- porque a veces tenés situaciones donde la conductividad eléctrica no es tan alta, y podría entrar alfalfa, pero la napa está demasiado cerca. Entonces es muy riesgoso implantar alfalfa porque al año siguiente probablemente la pierdas, y cualquier forrajera hoy es cara”. Además, para Beltrán lo más importante es que al productor le vaya bien, porque “el efecto negativo en el productor cuando hace algo y le va mal es muy difícil de remontar. Por eso uno trata de que logre una pastura, que la pueda manejar bien, y que le sea lo más perenne posible”.

Una decisión tras otra

Una vez seleccionada la pastura a implantar, hay otras cuestiones a tener en cuenta antes de iniciar la tarea. La densidad de siembra es una decisión que, para Beltrán es fundamental: “Hoy muchas de las semillas ya vienen peleteadas. Eso por un lado es un plus porque la protege de algunas cosas, pero por otro hay mucho carbonato de calcio y hay menos kilos de semilla, por lo que hay que corregir la densidad de siembra tradicional”.

El técnico de INTA Marcos Juárez no duda en decir que “la densidad recomendada depende del número de plántulas por metro cuadrado, entonces independientemente del peso de la semilla con o sin carbonato de calcio, tengo que tener un objetivo de alrededor de 300 plántulas/m2, para lograr una buena implantación”.

Respecto de las decisiones relativas a la fertilización, Beltrán dijo: “Pensemos que los ambientes ganaderos en general no tienen prácticamente nada de nutrientes disponibles, porque son suelos pobres en ese sentido. Entonces, si quiero una pastura perenne voy a tener que fertilizar. De lo contrario voy a tener una pastura que dure dos o tres años en el mejor de los casos y que va a ir perdiendo plantas hasta desaparecer”.

En el caso del sudeste de la provincia de Córdoba, por ejemplo, para gramíneas, Beltrán dijo: “Habría que hacer una fertilización nitrogenada. Encontramos respuestas máximas, tanto de grama como de agropiro con alrededor de 120-130 kilos de nitrógeno por hectárea” pero aclaró que “no estamos diciendo que el productor tiene que salir a fertilizar todo el campo, sino que tiene que hacer una estrategia de fertilización, con rotación, que fertilice donde hace falta y hasta donde le dé el bolsillo. Porque tampoco sirve que disminuya la dosis a la mitad, para tratar de fertilizar todo. Sino que la recomendación es que haga lo que pueda, pero que lo haga bien con la dosis recomendada”.

En el caso de la fertilización de alfalfa, el técnico hizo una salvedad: “En alfalfa hay que tener más en cuenta Fósforo que el Nitrógeno. No solo por el incremento en la productividad, sino también por el efecto positivo que tiene en la perennidad de la pastura”.

Consultado sobre las recomendaciones que pueden hacerse en los casos en que hay que pastorear lotes cuyas napas están cerca de la superficie, el ingeniero advirtió: “El problema es el pisoteo que generamos en la especie perenne. Uno entiende que a veces los sistemas productivos se quedan sin pasto y que ahí no queda otra que entrar. En ese caso recomendamos pastorear el lote más duro, el que esté más próximo a volver a implantar, el más viejo. Pero a veces la situación es tan caótica que tenemos que echar mano a un lote bueno, con buena densidad de plantas, y que lo terminamos perdiendo”.

Siembra Convencional Vs Directa

Beltrán recomendó absoluto cuidado a la hora de optar por un sistema de siembra convencional, porque si bien se considera que es más eficiente que la directa, es contraproducente sin la debida precaución: “Si no estoy cien por ciento seguro de que ese lote no tiene sales, mover los suelos puede traer complicaciones como un aumento en la concentración en superficie. Después se complica mucho más la implantación porque estoy dejando la semilla en un lugar mucho más agresivo. Si no tiene sales, una siembra convencional tiene mucha más eficiencia que una siembra directa, pero hay que estar atento. En directa, la cobertura muerta evita que las sales suban a la superficie, y me permiten tener un mejor nicho a la hora de implantar una nueva pastura”, cerró el ingeniero agrónomo.

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