Se avecinan cambios importantes en el uso de medicamentos que se suministran a animales destinados al consumo, y expertos de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de California (UC) han estado investigando cómo ayudar a los ganaderos y a sus trabajadores de lecherías a efectuar una transición fluida.
California es el principal productor de leche en el país, y a partir de enero del 2017 se impondrán restricciones al uso de medicamentos y antibióticos en animales destinados al consumo humano, incluyendo las vacas lecheras. Según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, el uso excesivo de antibióticos puede estar relacionado con infecciones ocasionadas por resistencia a antibióticos, un problema de salud que enferma a millones y causa la muerte de 23,000 personas al año.
“El suministro de antibióticos es un problema nacional de salud pública. Queremos evitar que se desarrollen resistencias a los antibióticos, y una de las cosas que podemos hacer es usar el antibiótico solo cuando se beneficie el animal”, señala Noelia Silva-del-Río, especialista en ganado lechero de la División de Agricultura y Recursos Naturales, y quien es parte de un grupo de expertos que visitaron 45 lecherías del Valle Central para explorar cómo mejorar los procedimientos de diagnóstico y tratamiento de vacas lecheras.
La experta explicó que durante el recorrido por los diferentes establos pudieron percatarse que, en la mayoría de los casos, la responsabilidad de identificar una vaca enferma recae en el trabajador, puesto que son ellos quienes pasan más tiempo en los establos y por tanto son los primeros en percatarse cuándo una vaca puede estar enferma.
Silva-del-Río señala que es muy importante que se proporcione entrenamiento a los trabajadores para que aprendan a reconocer problemas de salud en una etapa temprana. “Si nosotros tratamos a un animal de manera rápida antes que la enfermedad progrese y avance podemos evitar que ese animal pueda enfermar demasiado y sea muy difícil recuperar ese animal”, señala la experta.
En cada uno de los establos visitados los investigadores encontraron diferentes procedimientos para identificar vacas enfermas, y pudieron observar que los trabajadores no tenían una guía o protocolo sobre cómo identificar enfermedades.
“Es muy importante que los trabajadores de lechería tengan un criterio similar, que usen una técnica de diagnóstico semejante, y tratamientos más o menos uniformes para asegurarnos que en todas las ganaderías se están usando los antibióticos y tratamientos en general de manera adecuada; y una de las observaciones que hemos hecho en la investigación es que algunos trabajadores tienen poco entrenamiento acerca de cómo identificar animales enfermos”, sostiene Silva-del-Río.
Agrega que hay ciertos parámetros básicos que ayudan a identificar una enfermedad y que es muy probable que los trabajadores con más años de servicio puedan reconocerlos con facilidad; algunos de estos son:
- Falta de apetito – Hay que fijarse si la vaca ha consumido o no el alimento que se le proporcionó. El trabajador debe caminar enfrente de la vaca para ver si la vaca consumió el alimento y también debe caminar por detrás del animal para revisar el llenado del rumen en el lado izquierdo.
- Supresión de leche – Prestar atención en el llenado de la ubre porque si una vaca no está dando leche es porque no ha comido y está enferma.
- El comportamiento- “Las vacas cuando están enfermas, al igual que las personas cambian su expresión y un evaluador que ha hecho esta tarea por muchos años es capaz de detectar a una vaca con una cara triste”, asevera Silva-del-Río.
De acuerdo a la investigación, los trabajadores usan solo uno de esos parámetros y, en algunos casos, ninguno; en otros casos solo toman la temperatura de la vaca para detectar infección u otro problema de salud.
“Hemos encontrado que algunos trabajadores de lechería miran nada más la temperatura y ese dato les sirve para justificar un tratamiento antibiótico; sin embargo, sería óptimo que también observaran otras cosas como el apetito, la actitud del animal y pusieran todas las piezas de información que les está ofreciendo el animal para identificar enfermedad y así poder hacer una buena decisión de tratamiento”.
Silva-del-Río explica que solo tomar la temperatura de la vaca para detectar una enfermedad no es adecuado. «Una temperatura realmente no necesita un tratamiento antibiótico y eso es lo que hemos visto que sucedía; la razón por la que una vaca puede tener fiebre no necesariamente implica una infección sino que puede ser debido al proceso inflamatorio que está sufriendo después del postparto, y puede ser un proceso incluso beneficioso para la vaca”.
Silva-del-Río indica que lo que sigue es realizar una segunda etapa de investigación para conocer la perspectiva de los veterinarios y los dueños de establos. Mientras tanto, la asesora agrícola hace las siguientes recomendaciones: dar entrenamiento a los trabajadores, establecer mejor comunicación entre los trabajadores, el veterinario y el dueño; y alentar un mayor apoyo entre los mismos trabajadores para que aquellos que tienen más experiencia compartan sus conocimientos con sus compañeros.
Eso ayudará a obtener mejores resultados en el cuidado de la salud de las vacas y por lo tanto en la salud de todos. “Si nosotros en nuestra industria lechera usásemos los antibióticos de manera indiscriminada, podríamos contribuir al desarrollo de microorganismos patogénicos con resistencia a antibióticos. Sin embargo es prioritario preservar la eficacia de los antibióticos para que puedan seguir siendo usados tanto en animales como en humanos. Afortunadamente la industria ganadera lechera en California está tomando medidas para asegurar un uso apropiado de antibióticos”, concluye Silva-del-Río.
Una iniciativa para mejorar sistemas alimentarios sustentables y competitivos es parte de la Visión Estratégica 2025 (Strategic Vision 2025) de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la UC.