El director de los Servicios Ganaderos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay (MGAP) dijo que, a futuro, la herramienta más importante para evitar una epidemia de aftosa será la detección temprana de la enfermedad, pero «hay veterinarios que no conocen la enfermedad en el campo», por eso, así como la secretaría de Estado hizo simulacros, «tiene que haber mucha capacitación. Todos los productores y el sistema veterinario, deben saber que, a futuro, la clave será una buena detección».
– ¿Qué enseñanzas dejaron en la región las epidemias de fiebre aftosa registradas en la década del `90?
– En 2000 reapareció la fiebre aftosa en Artigas, un año más tarde se registró la epidemia fuerte que afectó a todo Uruguay, Argentina y llegó a Río Grande do Sul. Se habían conseguido grandes logros con el Programa Hemisférico de Erradicación de Fiebre Aftosa, pero se hizo una regresión importante con esas epidemias. En alguna parte de esas áreas, y en alguna etapa, se debería haber mantenido la vacunación para evitar esa epidemia y algunos países no debieron cortarse solos para conseguir la categoría de libre de aftosa con vacunación. No se enfocó una lucha con carácter regional. Con el tiempo se retomó el trabajo regional y se mantuvo un alerta importante porque hubo focos en Mato Grosso do Sul, se reavivó el recuerdo de lo que pasó en 2001.
– ¿Qué aportó el trabajo conjunto en la región que comenzó en 2006/2007?
– Grupos de técnicos de los países y del Centro Panamericano de Fiebre Aftosa (el organismo de referencia de la Organización Panamericana de la Salud) volvieron a trabajar en conjunto e hicieron un trabajo importante. Se hizo un convenio con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y se creó la zona de alta vigilancia (ZAV), trazándose un radio de 15 kilómetros hacia adentro de las fronteras de Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia que era la zona donde se registraban problemas. Esa fue una salida muy inteligente e inédita en el mundo. Hoy la OIE quiere extrapolar esta experiencia a otras zonas del mundo.
– Más allá de la zona de alta vigilancia ¿Qué destacaría como el gran logro de ese trabajo?
– Pudimos reivindicar que en América, la vacunación de las especies menores (como los ovinos), basados en la experiencia, no era crítica para enfrentar y bajar el riesgo de adquirir aftosa. Se lo demostramos y nos dieron la razón que, por ejemplo, el ovino, no era necesaria su vacunación. Sólo se vacunan como estrategia para manejar un foco.
Se hicieron muestreos y por primera vez se procesaron todas las muestras en el laboratorio del Centro Panamericano de Fiebre Aftosa. Eso brindó como resultado que la OIE lo tomara como referencia para encarar en otras áreas, porque para este organismo era la nueva forma de trabajar. Había cosas que no estaban en el código zoosanitario del organismo, pero la OIE patrocinaba este tipo de tarea como experiencia a futuro.
«De los 177 países que conforman la OIE hay más de 100 que tienen fiebre aftosa».
– La epidemia de aftosa registrada en el 2000 en Artigas entró por la boca de una cerda y tiró abajo años de esfuerzo. ¿Qué está haciendo el MGAP para controlar los criaderos clandestinos de cerdos y evitar futuros dolores de cabeza?
– Un especialista contratado por el MGAP está haciendo un relevamiento de los criaderos. Empezó por Montevideo y por Colonia (en las zonas próximas a los principales puertos y aeropuertos que, por el tránsito de personas, son las de mayor riesgo) y continuará. Cuando empezó el problema, en 2005 comenzamos a vigilar más los cerdos. Trabajamos con muchas intendencias y se hizo un relevamiento de los criaderos de cerdos y de los vertederos departamentales y se prohibió tener cerdos en las ciudades.
Ahora se hace un relevamiento de los predios con cerdos que no están registrados (no están en Dicose), en los criaderos informales para ver qué riesgo hay con el acceso a la basura.
– A nivel de la cadena cárnica ya se está comenzando a discutir para qué sirve la vacunación de los terneros en noviembre de cada año. ¿Qué opinión tiene respecto a esta medida?
– En el caso puntual de los terneros en Uruguay, lo primero que hay que analizar es por qué se vacunan. No fue lo que Uruguay aplicó como estrategia, cuando llegó a estar seis años sin fiebre aftosa; no estaba dentro del sistema de vacunación.
En la década del `90 Uruguay tenía un sistema de vacunación como el de ahora, pero sin la vacunación de los terneros. Inmunizaba todo su rodeo y hacía una revacunación de los menores de dos años.
La vacunación de los terneros vino por una situación especial -seis años sin vacunación de sus bovinos-, una población totalmente virgen, sin anticuerpos y eso llevó a que ese primer año que se volvió a la vacunación (2001), se vacunó a todo el rodeo, a los 45 días se revacunó y después, en noviembre se vacunaron los terneros. Después por circunstancias de que la situación regional no ofrecía las garantías necesarias se continuó con la vacunación.
– Hoy las cosas cambiaron ¿se justifica mantenerla?
– Hoy esa vacunación no aumentaría para nada la protección y la categoría ya tiene la suficiente protección con el calendario de vacunación anual. Por otra parte, el Plan Hemisférico de Erradicación de Fiebre Aftosa, sí prevé que se vaya avanzando hacia zonas libres sin vacunación y habla de un trabajo regional, no de que un país vaya a dejar de vacunar solamente. Apunta a que se brinden las garantías de que los sistemas de vigilancia de los países son confiables y si hay algún problema lo detecten. Hay que insistir en mantener la vigilancia y el conocimiento.
– Hay generaciones de veterinarios uruguayos que no saben reconocer la fiebre aftosa a nivel de campo. ¿Qué se está haciendo para capacitarlos?, porque serán una parte importante del sistema de vigilancia para evitar nuevas epidemias.
-Este año, con el Panaftosa haremos un entrenamiento para los técnicos que ingresaron el año pasado y también lo haremos con un componente regional (Argentina y Brasil). Hay veterinarios que no conocen la aftosa en el campo, por eso es importante que, así como se hicieron simulacros, que haya mucha capacitación. Todos los productores y todo el sistema veterinario tiene que tener bien claro que a futuro, lo más importante será la detección.
-La reciente epidemia de aftosa en Japón, mostró que hay cambios importantes en el mundo en cuanto a conceptos. ¿Hoy es posible evitar el rifle sanitario y controlar una epidemia con vacunación?
-Lo que pasó en Inglaterra (2001) y lo que ahora pasa en Asia, muestran que con la necesidad de proteína que tiene el mundo, es muy duro pensar que se van a hacer sacrificios de población de bovinos como se hizo hasta ahora. Hay una destrucción muy importante de la proteína roja que es muy valiosa. También hubo un cambio en esto en la concepción de la OIE. Se admite que si un sistema de vigilancia detecta rápidamente la aparición de aftosa -aún estando con vacunación puede suceder-, si se toman las medidas como lo hizo Japón, se puede hacer vacunación de emergencia y está aceptado. Luego se sigue con la vigilancia y se van llevando a faena los animales que fueron vacunados. Japón a las cuatro semanas de haber iniciado la epidemia de aftosa pasó a vacunar, porque vieron que no estaban solucionando el problema.
– Si tuviera que darle hoy un mensaje al productor ¿qué le diría?
– Lo importante es que la aftosa es una limitante en el mundo. Lograr un continente libre de aftosa le servirá a todos, tanto para la fase de comercialización, como para la fase de producción. El comercio es mucho más intenso, los riesgos crecieron y algún problema con alguna cepa de aftosa que haya en el mundo puede repercutir en las Américas. Por eso es vital que todos los países se comprometan en la lucha para que no haya puntos débiles. En el mundo de los 177 países que están en la OIE, hay más de 100 que tienen fiebre aftosa. Es escalofriante, uno pensaría que a esta altura y con los conocimientos técnicos que hay, no podrían haber tantos países con este flagelo.
«Zona de alta vigilancia es un ejemplo que se quiere extrapolar a otros continentes».
Fuente: El País