La edición de genes tiene un enorme potencial para impulsar la sostenibilidad de la producción ganadera. La mejora se está buscando en vacas de la raza conocida como Holandesa, Holstein o Frisona, unas de las más comunes por ser formidables lecheras.
Las herramientas más novedosas y prometedoras de la biotecnología – permite a los criadores de animales conseguir cambios beneficiosos al margen de la cría tradicional.
Superando los pasos normales de mejoramiento de razas en ganadería, la edición de genes tiene un enorme potencial para impulsar la sostenibilidad de la producción ganadera, al tiempo que mejoran la salud y el bienestar de animales.
Según la profesora Alison Van Eenennaam de la Universidad de California, Davis, la edición genómica promete complementar los programas de cría tradicionales mediante la introducción de variaciones deseables.
Aunque la edición del genoma ya se ha utilizado para prevenir enfermedades del ganado, incluyendo la protección al virus respiratorio en cerdos, ahora se trabaja en lograr vacas lecheras que no desarrollen cuernos.
La mejora se está buscando en vacas de la raza conocida como Holandesa, Holstein o Frisona, las clásicas vacas blancas con manchas, unas de las más comunes por ser formidables lecheras.
Evitar el descorne
Unos cinco británicos al año mueren a manos de vacas, y la cifra se eleva en EEUU a las 25 víctimas mortales. Para evitar esos riesgos muchos agricultores y ganaderos recortan los cuernos de las vacas o los queman con un soldador para que dejen de ser demasiado afilados cuando crecen.
Ninguna de estas opciones es agradable para el animal, y con esta nueva técnica genética se podría lograr una forma más humana de eliminar los cuernos. Sólo unas pocas especies de vaca no desarrollan cuernos, como las razas Hereford y Angus del Reino Unido.
La genetista animal Alison Van Eenennaam empalma el ADN de razas sin cuernos con el ADN de las especies que los desarrollan. Usando esta técnica y a través de fecundación in vitro ya han nacido dos terneros a los que han llamado Spotigy y Buri.
Hay que recordar que, gracias a mejoras realizadas en la industria láctea a través de la cría tradicional, un vaso de leche hoy en día se asocia con sólo un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la producción de un vaso de leche en la década de los 40.
Esto se logró mediante la cría selectiva tradicional, mejorando la productividad de las vacas lecheras, de forma que el número de vacas lecheras en Estados Unidos se redujo desde un máximo de 25,6 millones en 1944 a alrededor de 9 millones en la actualidad, aún cuando el país experimentó un aumento de 1,6 veces en la producción total de leche.