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Biomarcadores que Ayudarían a Detectar Grado de Fertilidad Bovina

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Con diversos estudios y tecnologías desarrolladas desde la biología de sistemas como la búsqueda de biomarcadores se han podido identificar importantes funciones del oviducto bovino, entre otros aspectos desconocidos décadas atrás.

Estos avances de investigación se presentaron en la conferencia “Enfoque desde la biología de sistemas para comprender el ambiente oviductal y su impacto en la fertilidad bovina”, dictada en el marco del 1er. Encuentro Académico Internacional en Ciencias Básicas Biomédicas, organizado por el Departamento de Ciencia Animal de la Universidad Nacional sede Palmira.

La biología de sistemas estudia los sistemas complejos de las bases de la vida, explica Ángela María Gonella Diaza, médica veterinaria y zootecnista, magíster en Salud Animal de la UNAL Sede Bogotá, doctora en Medicina Veterinaria y profesora de la Universidad de Florida.

Dentro de esta biología se descubrieron las tecnologías ómicas, las cuales ayudan a estudiar la complejidad de moléculas o sustancias de diferente naturaleza bioquímica.

Una de las áreas que más se ha desarrollado es la búsqueda de biomarcadores, eventos que se producen en un sistema biológico y se interpretan como indicador del estado de salud, de esperanza de vida o de riesgo de enfermedad en dicho sistema. En este campo hay varios estudios que ya se están utilizando a nivel clínico, tales como los biomarcadores para cáncer, enfermedad renal, obesidad y diabetes.

La doctora Gonella se ha enfocado en la búsqueda de biomarcadores que permiten identificar animales de alta fertilidad, específicamente en lo que sucede en el oviducto de los bovinos, órgano que se encarga de la comunicación entre los ovarios y el útero.

Un conducto que sigue sorprendiendo

Aunque años atrás se pensaba que el oviducto era una simple “tubería” que permitía el paso de espermatozoides, ovocitos, y después del embrión, diversos estudios han descubierto aspectos más importantes e interesantes.

Por ejemplo, que pueden reconocer estructuras no fertilizadas: cuando un ovocito no es fertilizado no migra hasta el endometrio y se queda preso en el oviducto. También que la velocidad de transporte de las estructuras en el oviducto depende de la calidad del embrión; así, embriones muertos o degenerados demoran alrededor de dos días más en llegar al lumen uterino.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que ocurre en este conducto, el cual tiene un papel muy importante en los procesos de fertilidad, pues se ha concluido que logra establecer comunicación tanto con los embriones como con los gametos.

Búsqueda continua

Hace unos años, la doctora Gonella encontró un estudio en el cual se comprobó que vacas que tienen el diámetro del folículo (estructura que rodea al óvulo y está en los ovarios) más grande producen más progesterona, y viceversa. A partir de eso, le surgieron varias dudas: ¿qué relación tienen estos perfiles de esteroides sexuales (hormonas) con la alta y baja fertilidad?, y a su vez: ¿qué pasaba con la producción de embriones in vitro?

Lo primero que hizo con su equipo investigador fue desarrollar un modelo experimental que les permitiera obtener un grupo de vacas que ovulara folículos grandes y otro que ovulara folículos pequeños, lo cual lograron utilizando protocolos de manipulación hormonal. Cuando preñaron a las vacas observaron que esos grupos eran diferentes no solo a nivel molecular, sino también en cuanto a receptividad y fertilidad.

Luego, los animales se sacrificaron y los oviductos se recolectaron para hacer diferentes estudios. En el primero se evaluó el transcriptoma y el perfil de receptores de esteroides sexuales; en el segundo evaluaron la morfología y la proliferación celular; en el tercero, el proceso de remodelación de la matriz extracelular; en el cuarto, el perfil de microRNA, y en el quinto el metaboloma del fluido oviductal.

Entre los resultados se encontraron diferencias en la concentración de esteroides sexuales que modificarían el ambiente oviductal y afectarían la supervivencia y el desarrollo del embrión. También se observó que dichos esteroides modulan las características morfológicas y funcionales del oviducto bovino, y que además impulsan la remodelación de la matriz extracelular oviductal y regulan la perceptibilidad del embrión.

Como conclusiones generales, la profesora Gonella señala que el oviducto bovino tiene complejos mecanismos para establecer ese ambiente interno, y dichos mecanismos dependen, en gran medida, del perfil endocrino y de la ovulación de folículos grandes y de buena calidad.

Por otro lado, siguen “en la lucha” por encontrar biomarcadores de receptividad oviductal y endometrial que se podrían usar potencialmente para mejorar la calidad de los embriones producidos in vitro.

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La OMSA y la FAO instan a sus miembros a erradicar la Peste de los Pequeños Rumiantes

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La peste de los pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad devastadora que causa importantes pérdidas económicas y animales. Con tasas de morbilidad y mortalidad que pueden alcanzar el 100 % en poblaciones no expuestas previamente, esta enfermedad vírica altamente contagiosa representa una grave amenaza para ovejas, cabras y ciertas especies de rumiantes silvestres.

Más allá de su impacto en la sanidad animal, las pérdidas económicas asociadas a la PPR ascienden a unos 2.100 millones de dólares estadounidenses al año. Desde su identificación en 1942, la PPR se ha propagado a más de 70 países en África, Asia, Oriente Medio y Europa del Este, arraigándose en muchas regiones y representando una seria amenaza para los medios de vida y las economías frágiles. Esta enfermedad socava los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición, especialmente en zonas donde más de 330 millones de personas, principalmente pequeños agricultores y comunidades de subsistencia, dependen de los pequeños rumiantes.

Aún se requiere más trabajo para lograr la erradicación

La exitosa erradicación de la peste bovina en 2011, que demostró el poder de la colaboración y los esfuerzos concertados para proteger la sanidad animal y los medios de vida humanos, motivó a la comunidad veterinaria mundial a designar la PPR como la siguiente enfermedad prioritaria a erradicar, junto con la rabia transmitida por perros. En 2015, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzaron la Estrategia Global de Control y Erradicación de la PPR (PPR GCES, por sus siglas en inglés)  , con el ambicioso objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.

Durante los 10 años transcurridos desde el lanzamiento de la estrategia PPR GCES, se han logrado avances significativos. Entre las iniciativas se incluyen la implementación del Proyecto Regional de Apoyo al Pastoralismo en el Sahel (PRAPS)  , varios proyectos financiados por la Unión Europea, proyectos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE. UU. (DTRA), y el lanzamiento del Programa Panafricano para la Erradicación de la PPR y el Control de Otras Enfermedades Prioritarias de los Pequeños Rumiantes  . Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

La propagación continua de la PPR hacia nuevas regiones y su arraigo en áreas endémicas, agravados por el acceso limitado a servicios veterinarios en comunidades marginadas, siguen siendo grandes desafíos para su eliminación. Superar estos obstáculos es esencial para lograr la erradicación de la PPR, proteger los medios de vida y reforzar la seguridad alimentaria de algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Es imperativo mantener un esfuerzo global sostenido y coordinado para garantizar el éxito de la estrategia PPR GCES y fortalecer la resiliencia de las comunidades que dependen de los pequeños rumiantes.

Un compromiso con la colaboración global

Los pequeños rumiantes suelen ser el recurso más importante, y en algunos casos el único, del que dependen ciertas poblaciones vulnerables para sobrevivir. La erradicación de la PPR abriría oportunidades económicas tanto a nivel nacional como internacional, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad. Las ovejas y las cabras desempeñan un papel esencial en la vida de muchos agricultores, especialmente mujeres y jóvenes, quienes a menudo están subrepresentados en los espacios públicos y de toma de decisiones.

Desde el inicio de la estrategia PPR GCES, ha quedado claro que los brotes pueden gestionarse y que se puede desarrollar una inmunidad colectiva mediante el establecimiento de mecanismos nacionales de financiación para actividades clave de prevención de enfermedades animales, la promulgación de políticas y normativas favorables, la inversión en la producción de vacunas y diagnósticos para la PPR, y la concienciación y formación sobre tecnologías de prevención y control.

Para tener éxito, los esfuerzos de erradicación deben seguir una estrategia bien diseñada y coordinada, respaldada por una infraestructura sólida y la inversión en el personal veterinario. Estos esfuerzos deben priorizarse y reconocerse como un bien público internacional mediante un compromiso político firme y la movilización de recursos. La OMSA y la FAO instan a sus Miembros a seguir comprometidos con la inversión en enfoques.

¿Qué es la peste se pequeños rumiantes?

La peste de pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad vírica causada por un morbilivirus estrechamente relacionado con el virus de la peste bovina que afecta a caprinos y ovinos y a algunos parientes silvestres de pequeños rumiantes domésticos, así como a los camellos. Se identificó por primera vez en Côte d’Ivoire en 1942.

Se caracteriza por tasas de morbilidad y mortalidad significativas, y tiene un alto impacto económico   en zonas de África, Oriente Medio y Asia, donde los pequeños rumiantes contribuyen a garantizar la subsistencia.

Los animales afectados presentan una fiebre alta y depresión, junto con secreciones en los ojos y las fosas nasales. Los animales no pueden comer, ya que la boca se cubre de dolorosas llagas erosivas y sufren de neumonía y diarrea graves, que llevan, con frecuencia, a la muerte.

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