Hipocalcemia en el periodo de transición
M.V. Martha Gabriela Peralta Vidalón (C.M.V.P. 7688)
Departamento Técnico Veterinario – Totalvet S.A.C.
En todas las especies de mamíferos la nutrición del calcio juega un papel fundamental tanto en el desarrollo fetal como neonatal. El calcio es indispensable para el desarrollo de tejidos muscular y óseo así como en el mantenimiento de respuestas vitales (latido del corazón, transmisión nerviosa, contracción muscular, etc.). Por esto mantener una concentración lo más constante de calcio en sangre es de importancia vital para el animal. La selección natural se ha encargado de desarrollar mecanismos hormonales deregulación, también conocidos como mecanismos homeostáticos, que aseguran una cierta concentración de calcio en sangre a través de procesos como absorción intestinal, movilización ósea, y recuperación a nivel renal.
La fiebre de la leche
La paresia puerperal, hipocalcemia del parto o también conocida “fiebre de laleche”, se produce precisamente cuando los mecanismos homeostáticos que mantienen los niveles de calcio en plasma fallan al desarrollar la función de reemplazar los perdidos al inicio de la lactación. La repentina demanda de altos niveles de calcio para la producción del calostro hace que este elemento vital deje los fluidos extracelulares para entrar en la glándula mamaria más rápido de lo que puede ser reemplazado por la absorción intestinal o la movilización de la reserva ósea, lo que conduce a hipocalcemia, lo que genera un nivel de calcio total en plasma inferior a 8 mg/dl.
La fiebre de leche, representa uno de los desajustes metabólicos más frecuentes en la explotación de ganado lechero con una incidencia en el 84% de las granjas (USDA 2008). Este desajuste metabólico tiene lugar después del parto debido a las altas productividades de las vacas de leche, que requieren una rápida adaptación de vaca seca a vaca lactante. La incidencia de la fiebre de la leche aumenta un 9% con cada lactación de manera simultánea al incremento en producción de leche y lógicamente a medida que se hace mayor la diferencia entre los requerimientos cálcicos del animal y su capacidad homeostática. La mayor incidencia tanto de cetosis como de fiebre de la leche en vacas multíparas en comparación con las primíparas pone de manifiesto la necesidad de una mayor adaptación nutricional energética y mineral al comienzo de la lactación en animales multíparas (DeGaris and Lean, 2008).
El coste económico de esta enfermedad se extiende más allá del coste del tratamiento. Numerosos trabajos han demostrado que la hipocalcemia está asociada con un aumento en la incidencia de mastitis, cetosis, desplazamientos de abomaso, retención de placenta y una menor fertilidad.
En condiciones normales el nivel del calcio en sangre se suele mantener por encima de 8 mg/dl, sin embargo la concentración de calcio en sangre se reduce en mayor o menor medida en vacas de leche después del parto. Recientemente, se estima que el calcio en sangre post-parto se reducía por debajo de 8 mg/ dl en el 25% de vacas de primera lactación, en el 41% de las vacas de segunda lactación y hasta en el 54% de las vacas de quinta lactación (Reinhardt 2011). A pesar de que la hipocalcemia clínica o subclínica no se puede catalogar como un parámetro discreto, se ha usado los niveles de calcio en sangre para clasificar la gravedad del problema. Niveles de 6 a 8 mg/dl se clasifica como un problema de fiebre de leche subclínica y niveles menores a 6 mg/dl se ha clasificado como un problema clínico de fiebre de la leche.
Los principales síntomas clínicos de la hipocalcemia incluyen temblores y parálisis. Estos síntomas pueden corregirse mediante inyección intravenosa de calcio o el suministro oral de geles (cloruro) o sales (propionato) de calcio (Horst et al., 1997). En caso contrario, se estima que un 60-70% de los animales no tratados mueren.
En condiciones normales el nivel del calcio en sangre se suele mantener por encima de 8 mg/dl, sin embargo la concentración de calcio en sangre se reduce en mayor o menor medida en vacas de leche después del parto. Recientemente, se estima que el calcio en sangre post-parto se reducía por debajo de 8 mg/ dl en el 25% de vacas de primera lactación, en el 41% de las vacas de segunda lactación y hasta en el 54% de las vacas de quinta lactación (Reinhardt 2011). A pesar de que la hipocalcemia clínica o subclínica no se puede catalogar como un parámetro discreto, se ha usado los niveles de calcio en sangre para clasificar la gravedad del problema. Niveles de 6 a 8 mg/dl se clasifica como un problema de fiebre de leche subclínica y niveles menores a 6 mg/dl se ha clasificado como un problema clínico de fiebre de la leche.
Los principales síntomas clínicos de la hipocalcemia incluyen temblores y parálisis. Estos síntomas pueden corregirse mediante inyección intravenosa de calcio o el suministro oral de geles (cloruro) o sales (propionato) de calcio (Horst et al., 1997). En caso contrario, se estima que un 60-70% de los animales no tratados mueren.
La hipocalcemia subclínica es la que mayores pérdidas económicas produce. Podemos concluir que por cada vaca caída que vemos hay 6 u 8 vacas que están sufriendo hipocalcemia subclínica.
El periodo de transición
El periodo de transición que gira alrededor del parto ha sido definido de diversas maneras, pero, en general, es considerado como aquel periodo que transcurre desde tres semanas antes del parto hasta tres o cuatro semanas luego del parto (Stallings 1999, Drakley 1999). Por su parte el National Research Council (2001) menciona que es un periodo caracterizado por modificaciones dramáticas en el estado endocrino de las vacas que las prepara para el parto y la lactogénesis. (Correa 2001). Durante este periodo, el animal debe adaptarse a las nuevas condiciones metabólicas y fisiológicas que le exigen el pasar de un estado de preñez, sin producir leche, a estar vacía y produciendo grandes cantidades de leche. Este cambio coincide con un dramático incremento en las necesidades de nutrientes con una disminución en el consumo de materia seca (Gerloff 2000).
Mantener una concentración adecuada de calcio en sangre en la vaca durante el periodo de transición de la vaca lechera resulta muy importante. Cuando se producen caídas leves de la calcemia hay reducción del consumo, disminución del tono del músculo liso y aumentan la retención de placenta, el desplazamiento de abomaso y la mastitis.
Un paso fundamental para mantener una calcemia adecuada es mantener un equilibrio iónico correcto. En el caso de las vacas cercanas al parto es recomendable que el equilibrio iónico sea negativo (más aniones que cationes), ya que favorece la movilización y absorción del calcio, uno de los problemas más frecuentes de la vaca en transición.
La prevención como única alternativa
Nuestro objetivo es paliar parcial o totalmente este desajuste metabólico a través de estrategias que mejoren la capacidad de adaptación metabólica de la vaca en la transición. La puesta en marcha de estrategias nutricionales específicas para el comienzo de lactación puede incrementar en primera instancia el bienestar animal y potencialmente, alargar la vida útil de estos animales a través de una menor tasa de desecho. En el establo, tener una tasa de desecho reducida se traduce en una mayor rentabilidad por animal así como en una reducción del impacto ambiental de la explotación por unidad de producto ya que se reduciría el número de animales improductivos (Tamminga, 2003).
(La HIPOCALCEMIA afecta al 6-7 % de las vacas recién paridas y es la responsable de la muerte del 2-4 % de ganado lechero adulto.)
La prevención se caracteriza por ser el método más deseable para reducir las pérdidas económicas asociadas con la fiebre de la leche. Dada la importancia del metabolismo del calcio en la etiología de esta enfermedad, se han propuesto diversos mecanismos para su prevención. Recientemente se ha evaluado el uso de Propionato de Calcio como tratamiento preventivo de hipocalcemia clínica y subclínica. Investigaciones muestran que la concentración sérica de calcio aumenta de manera significativa y se mantiene por arriba de 2 nmol/L después de 24 h de la administración de Propionato de calcio (Goff JP 2003).
Cuando la vaca ya está caída o tiene marcados síntomas de Hipocalcemia administrar una botella de LEVAC GEL vía oral para disminuir la incidencia de recaídas y la mortalidad.
Componentes estratégicos: Propionato de Calcio y Propilenglicol El propionato de calcio es una sal de ácido propionico producido por la fermentación ruminal y es el principal precursor de la glucosa en los rumiantes, en un estudio se demostró que con el propionato de calcio la producción de leche es mayor, esto se atribuye al aumento en la cantidad de energía disponible para la producción de leche (Moraga 2014).
La disponibilidad de suficientes cantidades de propionato de calcio para el metabolismo de la vaca en transición a la lactancia bajo nuestras condiciones de producción presenta serias limitaciones, debido al reducido consumo de carbohidratos no estructurales y a la alta demanda de precursores para la síntesis de los componentes lácteos. De esta manera la cantidad de propionato disponible para disminuir la movilización y oxidación de las grasas es insuficiente. Por consiguiente, la administración de compuestos análogos al propionato como el propilenglicol se caracteriza por tener un efecto positivo sobre la regulación del metabolismo.
El propilenglicol (PG) se ha utilizado en el tratamiento de la cetosis desde la década de 1950 (Johnson 1954). Sin embargo, en los últimos años, el interés en el uso de PG como un aditivo en la alimentación ha crecido entre los productores de leche, los agricultores, veterinarios y asesores. Es un hidrato de carbono utilizado por vía oral en vacas lecheras de alta producción como fuente rápida de glucosa y energía por ejemplo en casos de cetosis.
El propilenglicol es un precursor de la neoglucogénesis a nivel hepático, lo que permite aportar energía y reducir el balance energético negativo. Sin embargo, el mecanismo que parece tener más importancia en el control de movilización de grasa está probablemente mediado por su capacidad de estimular la liberación de insulina, que tiene un efecto inhibidor de la movilización de grasa del tejido adiposo. Sin embargo, la forma de administración del propilenglicol parece ser importante para desencadenar este efecto. El propionato cálcico también puede utilizarse para estas funciones, con el beneficio adicional del aporte de calcio La práctica rutinaria de administrar propilenglicol en una única dosis diaria durante los 10 días previos al parto reduce significativamente la incidencia de hígado graso y cetosis. La importancia de evitar esta situación y su efecto sobre la ingestión de materia seca puede justificar el desarrollo de este tipo de rutinas. Hay que tener en cuenta que, a pesar de las consideraciones económicas (coste por vaca y día), el coste total del tratamiento preventivo durante 10 días puede justificarse si se reducen los efectos de la difícil transición de una ración de vaca seca a un estado productivo intensivo.
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