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Una Bebida Láctea Diseñada Especialmente para Embarazadas de África

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La innovadora bebida ha sido desarrollada por la Universidad de Costa Rica.

Hamilk es el nombre de una bebida láctea, deslactosada, con sabor a banano o a mango, enriquecida con calcio, hierro, ácido fólico, vitaminas A y D, que además ofrece un gran aporte proteico y posee la gran ventaja de tener una duración aproximada de 210 días (7 meses), sin refrigeración.

Esta es la propuesta de Vanessa Córdoba Meneses, Johan Jiménez Arias, Ana Bonilla Soto, Óscar Hernández Ulate y Carlos Leandro Brenes, estudiantes de Licenciatura de Ingeniería de Alimentos de la Escuela de Tecnología de Alimentos y Karla Murillo Trejos, estudiante de la Escuela de Nutrición, de la Universidad de Costa Rica.

Se trata del tercer equipo costarricense en participar en una final de la competencia Developing Solutions for Developing Countries, que organiza la Asociación de Estudiantes del Instituto de Tecnólogos de Alimentos de Estados Unidos (IFTSA por sus siglas en inglés). Es la única representación de Latinoamérica en esta competencia.

Eligieron el nombre Hamilk porque así es como se le llama en Sudán a una mujer embarazada, además de que refiere a la leche en el idioma inglés.

La propuesta costarricense se ajusta a los requerimientos de la competencia, de producir un alimento que contribuya con la ingesta diaria de calcio, en mujeres embarazadas del Norte de África o de Medio Oriente.

Después de una profunda investigación, los estudiantes universitarios eligieron a Sudán como país que puede beneficiarse de ese producto por varias razones, entre ellas porque tiene una ubicación estratégica, limita con siete países y podría llegar a ser un producto beneficioso para toda la región del norte de África.

Además es un país que dispone de servicios básicos que les permitirían distribuir el producto, tiene población con muchas carencias, por la pobreza, con un promedio de cuatro hijos por mujer y altos índices de mortalidad materna y de inseguridad alimentaria, con sólo un 12% de la población con acceso a refrigeración.

Aunque es una población con una alta preferencia por los productos lácteos, esos alimentos no están al alcance de todos por igual y un alto porcentaje reporta intolerancia a la lactosa.

Por esa razón plantearon su propuesta con un enfoque de comercialización solidaria, es decir que quienes puedan comprar la bebida, donen una a las mujeres más pobres.

La gran ventaja que plantea esa propuesta es que aporta el 60% del requerimiento diario de calcio de la mujer embarazada y solo un 5% del nivel de grasa. Gracias a que esta bebida se somete a varios procesos de homogenización y pasteurización y se envasa con empaque aséptico por medio de una bolsa laminada especial y una caja tetrabrick, es capaz de tener tan amplia duración.

A la Final en Chicago

Desde hace siete años se realiza esta competencia estadounidense. En esta ocasión el equipo estudiantil asistirá a la etapa final, del 16 al 19 de julio, en Chicago, Estados Unidos, en la que competirán con seis equipos finalistas.

Se premian los tres primeros lugares, pero el mayor incentivo para los competidores es obtener el primer lugar, porque es el único que implementará el proyecto propuesto.

El grupo de estudiantes participó en la primera etapa, en la categoría internacional, con su propuesta por escrito, en la cual detallaron el producto, los procesos, las características de calidad, financiamiento, viabilidad económica y los problemas técnicos. Compitieron con 56 propuestas de estudiantes de grado y posgrado, de 11 países.

Para Carlos Leandro Brenes es un orgullo pertenecer a la Escuela de Tecnología de Alimentos de la Universidad de Costa Rica (UCR) y que se refleje la calidad de formación que les ofrece. Agregó que han trabajado duro y con mucho empeño para llegar a la final y desde que les dieron el resultado están trabajando más, porque quieren ganar.

Por su parte Ana Bonilla Soto comentó que es un gran orgullo representar a la UCR en esa competencia y destacó el aprendizaje que les deja, “porque esta experiencia no todo el mundo la tiene y el poder ir a otro país y tener el roce con otros profesionales de esta área, es un gran aporte y nos enriquece nuestra formación profesional”.

Según dijo Vanessa Córdoba Meneses “el equipo cedió todos los derechos intelectuales, sin embargo, creo que la mayor gratificación es que se pueda implementar el producto y realmente impactar de manera positiva a esa población que tanto hemos estudiado y que tiene tanta problemática en este momento”.

 

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El valor del queso artesanal como emblema gastronómico: la experiencia uruguaya

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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