La interacción bioquímica precoz entre el embrión y el útero puede ser fundamental para afianzar la gestación vacuna, según constataron investigadores brasileños.
Se estima que entre el 20% y el 40% de las gestaciones vacunas se pierden aún durante la fase embrionaria. Con todo, las causas de la mortalidad o los factores que afectan la supervivencia de los embriones y la continuidad de dicha gestación bovina aún no han sido completamente dilucidados.
Un estudio a cargo de investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), en su campus de la localidad de Pirassununga, en colaboración con pares de las universidades de Florida, en Estados Unidos, y de Amberes, en Bélgica, indicó que existe una comunicación bioquímica entre el embrión y el útero que puede ser fundamental para asegurar el desarrollo ideal y el afianzamiento exitoso de la gestación bovina.
Los resultados de dicho estudio, que contó con el apoyo de la FAPESP – Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo, salieron publicados en la revista Scientific Reports.
“Constatamos que existe una comunicación bioquímica del embrión con el útero mucho más temprana de lo que se pensaba: en el sétimo día de gestación”, declaró Mario Binelli, docente de la Universidad de Florida y coordinador del proyecto.
“A partir de ese estadio de desarrollo, el embrión posee la capacidad de alterar la composición bioquímica del ambiente uterino y, probablemente, esos cambios favorecen el desarrollo embrionario”, dijo Binelli.
De acuerdo con el investigador, en la fase embrionaria de la gestación bovina, el embrión transita desde las tubas o trompas (oviductos) hacia la luz del útero, en donde permanece suavemente adherido durante un período de 20 días hasta su implantación y el comienzo de la formación de la placenta (placentación).
Este período es crítico para la preñez, toda vez que el 40% de los embriones mueren en esta fase. En tanto, tras su implantación, la mortalidad embrionaria va disminuyendo a medida que los embriones pasan a recibir nutrientes a través de la placenta.
Hasta ahora no se había planteado la hipótesis de que el embrión vacuno podría influir sobre el útero materno al comienzo de la etapa previa a la implantación, toda vez que, en ese estadio, es sumamente pequeño posee entre 100 y 200 células y microscópico: mide 200 micrones aproximadamente.
“La idea vigente indicaba que, en esa fase, el embrión solo recibiría pasivamente nutrientes y estímulos del tracto reproductivo materno, sin ninguna actuación”, dijo Binelli.
Con todo, en el marco de otro estudio reciente, a cargo del mismo grupo de investigadores, quedó demostrado que la presencia del embrión al sétimo día de gestación altera la transcripción de algunos genes específicos en el tracto reproductivo.
Pero no se sabía si aparte de modificar la transcripción génica, los embriones podrían liberar señales capaces de alterar la composición bioquímica del microambiente uterino, de manera tal favorecer su desarrollo.
Con el objetivo de poner a prueba esta hipótesis, los investigadores analizaron la concentración de determinadas moléculas las cuales, según se estima, cumplen un papel importante en la gestación bovina en el endometrio (la mucosa que recubre la pared interna del útero) de vacas inseminadas y detectadas como gestantes siete días después del celo y en vacas no inseminadas y, por ende, no gestantes.
Los resultados de los análisis indicaron que la presencia del embrión al sétimo día de gestación aumentó la concentración de moléculas derivadas de la vía de las lipoxigenasas (una familia de enzimas implicadas en el metabolismo de eicosanoides) y disminuyó la de aminoácidos, aminas biogénicas, acilcarnitinas y fosfolipídos en el endometrio de las vacas inseminadas.
“Observamos que existe posiblemente una serie de interacciones bioquímicas entre el embrión que está desarrollándose y el útero. Dichas interacciones pueden ser más o menos ideales para atender las necesidades de este y permitir que la preñez tenga éxito”, dijo Binelli.
“Los avances en el conocimiento de las condiciones ideales para el desarrollo embrionario durante esa fase inicial, cuando una gran cantidad de gestaciones se pierde, mejorarían la productividad y rentabilidad de la ganadería”, añadió.
Embriones in vitro
De acuerdo con el investigador, los resultados de este estudio pueden contribuir para mejorar el desarrollo de embriones bovinos in vitro, sector en el cual Brasil es el mayor productor mundial.
Pese a su éxito, esta técnica aún exhibe fallas. “Todavía se producen muchas pérdidas de embriones, probablemente porque aún no se logra mimetizar in vitro, es decir, fuera del tracto reproductor animal, lo que sucede in vivo en el útero vacuno”, consignó Mariana Sponchiado, primera autora del artículo, quien desarrolló el estudio durante su doctorado en curso en la USP y en la Universidad de la Amberes.
“Al avanzar en la caracterización del ambiente uterino ideal para el desarrollo embrionario sería posible mimetizar esas condiciones in vitro”, afirmó Sponchiado.