Recomendaciones para la Planificación y Control del Pastoreo Durante el Otoño e Invierno

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Julian Parga M.

Ing. Agr. D.E.A., Consultor privado

jmpargam@gmail.com

El manejo de pastoreo ha despertado un interés creciente durante los últimos años en las lecherías de la zona sur del país, donde las praderas constituyen la base de la alimentación del ganado.

Esto sin duda obedece al hecho de que un adecuado control del pastoreo, junto a otras prácticas de manejo, permite maximizar la producción y el consumo de forraje de alta calidad a través del año, posibilitando el desarrollo de sistemas de producción eficientes y competitivos económicamente.

Dado que el crecimiento de las praderas de la zona sur es marcadamente estacional, los criterios de pastoreo deben ser diferentes para las distintas épocas del año. Bastante atención ha recibido el manejo de pastoreo en franjas de tamaño variable, sugerido para los períodos de rápido crecimiento del pasto, como primavera, veranos húmedos e inicios de otoño, ya que permite el mejor control del consumo de forraje y de la eficiencia de utilización de las praderas. Sin embargo, se ha dado menos énfasis al manejo recomendado para las épocas de menor crecimiento, como fines de otoño, invierno y veranos secos, cuyas consecuencias se aprecian fundamentalmente en las estaciones siguientes.

Los objetivos de este artículo son presentar brevemente algunos aspectos generales del manejo de pastoreo, para luego analizar con más detalle las recomendaciones sugeridas para el período de otoño e invierno, y concluir con los principales elementos a considerar para una adecuada planificación y control del pastoreo en dichas épocas.

Criterios Generales Utilizados para el Manejo del Pastoreo  

El manejo de pastoreo incluye diferentes elementos, entre los cuales la regulación de la carga animal y el control de la frecuencia y de la intensidad del pastoreo son los más relevantes.

En el mediano plazo (3 meses a un año), la regulación de la carga animal permite equilibrar la oferta con los requerimientos de forraje. Esta se debiera evaluar todos los años y para los diferentes períodos del año, en función del tipo de pradera, del plan de fertilización anual, del nivel productivo de los animales y de la cantidad de reservas forrajeras disponibles y suplementos extra prediales presupuestados. El ajuste oportuno de la carga animal, o en su defecto, de la cantidad de suplementos, resulta esencial para lograr una utilización eficiente de las praderas y de los suplementos suministrados.

Una vez ajustada la carga animal, el manejo cotidiano del pastoreo en el corto plazo (días, semanas) debe basarse en el control periódico de la frecuencia y de la intensidad de utilización de la pradera, aspectos que analizaremos a continuación.

 

Frecuencia e intensidad de Pastoreo  

La frecuencia de pastoreo de un determinado potrero, afecta la cantidad de forraje acumulado entre utilizaciones sucesivas, su composición morfológica (proporción de hojas, tallos, espigas y material muerto) y la calidad nutritiva del mismo. También influye en la cantidad de reservas almacenadas por las plantas para el rebrote, y en la producción de nuevos macollos en gramíneas y estolones en trébol blanco, afectando la densidad de la pradera.

La frecuencia de pastoreo puede controlarse para cada estación del año, de acuerdo al número de días de descanso o intervalo entre pastoreos, a la estimación de la disponibilidad de forraje previo al pastoreo (Cuadro l) y/o al número de hojas nuevas por macollo. Estos criterios no son excluyentes, sino que al contrario, debieran complementarse para permitir una mejor apreciación y comprensión del estado de la pradera.

La intensidad de pastoreo, en cambio, determina la cantidad de pradera rechazada por los animales, o residuo, y, por lo tanto, la eficiencia de utilización de la pradera. Afecta la cantidad de hojas residuales útiles para el rebrote (área foliar remanente), y la severidad o grado de restricción alimenticia de los animales que están pastoreando.

Normalmente la intensidad de pastoreo se evalúa a través de la estimación de la cantidad de residuo, en kg MS/ha, y/o de su altura promedio, en cm (Cuadro 1). La heterogeneidad del residuo, producto de la presencia y tamaño de los manchones no pastoreados en torno a las bostas, es también un buen indicador de la intensidad del pastoreo. El control de este parámetro se realiza mediante el ajuste de la superficie de pradera asignada diariamente a los animales y de los días de permanencia de éstos en un determinado potrero.

Manejo de pastoreo recomendado para otoño e invierno   

 Otoño

El manejo de pastoreo de otoño es particularmente importante, ya que junto con permitir un adecuado aprovechamiento de la pradera durante este período, permite también prepararse para disponer de pradera verde en el invierno.

Adicionalmente, la aplicación temprana de una fertilización balanceada, que incorpore nitrógeno, contribuirá a mejorar el aporte de la pradera hacia fines de la estación e inicios de invierno.

Durante la primera mitad del otoño (marzo-abril), la oferta de pradera suele ser suficiente para cubrir los requerimientos de forraje del ganado. Las disponibilidades de ingreso debieran ser entre 2.000 y 2.400 kg MS/ha y los intervalos entre pastoreos de 3 a 4 semanas.

Sin embargo, a partir de mediados de abril, la velocidad de la rotación del pastoreo debe reducirse progresivamente, con el objeto de alargar los intervalos entre pastoreos para que éstos sean de a lo menos 6 semanas a partir del mes de junio.

En la práctica, el intervalo entre pastoreos se regula controlando la proporción de la superficie de pradera disponible que se pastorea diariamente. Así por ejemplo, si se desea un intervalo de 3 0 de 6 semanas (21 0 42 días), la superficie ofrecida diariamente al rebaño debe ser una 1/21 0 1/42ava parte de la superficie total disponible para pastoreo, equivalentes a un 4,8 y 2,4% del total respectivamente.

Simultáneamente con el control de la disponibilidad de ingreso e intervalo entre pastoreos, es necesario revisar periódicamente, al menos dos veces por semana, la cantidad de residuo post-pastoreo que va quedando en los potreros. En otoño, éste debiera ser de 1.400 a 1.600 kg MS/ha para vacas de alta producción o a inicios de lactancia y de 1.200 a 1.400 kg MS/ha para animales de menores requerimientos (vacas en término de lactancia, secas o vaquillas).

La reducción progresiva de la superficie diaria de pastoreo, para incrementar el intervalo entre pastoreos, puede requerir el ajuste simultáneo del nivel de suplementación alimenticia, especialmente de las vacas en lactancia temprana, de manera de no afectar su rendimiento y de mantener los residuos post-pastoreo recomendados.

Invierno

Debido al lento crecimiento de la pradera durante el invierno, su disponibilidad es siempre limitada, y el pastoreo constituye más bien un suplemento de forraje verde de excelente calidad, para una ración a base de forrajes conservados fundamentalmente. Por lo tanto, el mejor criterio de manejo para esta estación es respetar un intervalo mínimo de tiempo entre pastoreos, que permita la acumulación de cierta cantidad de forraje verde, pero que al mismo tiempo no sea excesivo, para evitar la acumulación de hojas muertas en la base de la vegetación. Dependiendo del clima imperante, el intervalo óptimo entre pastoreos debiera ser de 6 a 8 semanas (42 a 56 días). Esto significa que la superficie pastoreada diariamente por el rebaño tiene que ser aproximadamente una 1/42 a 1/56ava parte de la superficie total disponible. Tal como se indicó anteriormente, para disponer de potreros con 6 a 8 semanas de descanso en invierno, el control de la velocidad de rotación (superficie pastoreada diaria-mente) debe iniciarse a mediados de otoño.

Un error frecuente que se comete en el pastoreo invernal, en el intento de compensar la escasa disponibilidad de pradera, es aumentar la superficie ofrecida diariamente por animal, sin respetar los intervalos mínimos entre pastoreos. Esto acelera más de lo conveniente la rotación de potreros, disminuyendo los períodos de descanso entre pastoreos, lo que reduce aún más la disponibilidad de pradera para los pastoreos siguientes. En consecuencia, un mal manejo como el descrito sólo incrementará el déficit de forraje verde hacia fines de la estación, puede inducir a sobre pastoreo y retrasará considerablemente el repunte de primavera.

 

Recomendaciones para el manejo de pastoreo en otoño e invierno

Por otra parte, la escasez de pradera de invierno conduce a pastoreos más intensos, con residuos más bajos, a pesar de la suplementación suministrada. Dentro de lo posible, debiera evitarse residuos menores a 4 cm 01.000 kg MS/ha durante esta estación. Al igual que pastoreos muy frecuentes, los pastoreos muy severos retrasan el rebrote y disminuyen la producción de forraje, acrecentando el déficit de pradera hacia fines del período invernal.

El control de la intensidad del pastoreo invernal puede realizarse aumentando la suplementación y/o restringiendo las horas de acceso a los potreros (normalmente con 6 horas de pastoreo diurno en invierno es suficiente), suplementando a los animales en otras áreas especialmente preparadas para ello, como plataformas de alimentación, potreros de sacrificio, etc.

En el caso del pastoreo en franjas diarias, es importante en invierno, cuando el suelo permanece húmedo, bajar la densidad de animales por unidad de superficie (número de pezuñas/m2), para reducir el posible daño por pisoteo. Para lograrlo sin modificar la frecuencia e intensidad del pastoreo, los animales deberán tener libre acceso cada día, además de la franja de pradera nueva, a las dos últimas franjas ya pastoreadas, de manera de contar con una mayor superficie para descansar, moverse e interactuar entre ellos.

Planificación y Control del Pastoreo e el campo 

  • El primer paso para la planificación del pastoreo es disponer de un plano con las superficies de los potreros de los diferentes sectores del predio (plataforma lechera, sector vacas secas y vaquillas preñadas, sector recría de vaquillas, etc).
  • Definir el intervalo entre pastoreos deseado para cada época (número de días), en base a las recomendaciones del cuadro l, como una primera aproximación de manejo.
  • En función del intervalo entre pastoreos definido, determinar la superficie teórica a pastorear diariamente con el rebaño en cada uno de los sectores, en hectáreas:

 

 

  • Conociendo la superficie a pastorear diariamente en cada sector, y el tamaño de los diferentes potreros que lo componen, se puede definir el número de días de pastoreo o de franjas diarias teórico para cada potrero.

 

Una vez calculado e implementado el plan de pastoreo, realizar un control periódico en terreno, revisando los potreros o franjas próximos a pastorear y aquellos pastoreados recientemente, para verificar que el estado de la pradera antes y después del pastoreo sea el adecuado. Esto implica recorrer los potreros y observar que tanto la cantidad como la calidad y composición de la pradera sean las óptimas para la estación, con un máximo de hojas verdes y un mínimo de tallos y material muerto.

Ello permitirá confirmar o readecuar el orden de pastoreo de los potreros en función de su condición (disponibilidad de forraje, no de hojas por macollo), chequear la cantidad y heterogeneidad de los residuos post-pastoreo (presencia y tamaño de los manchones mal pastoreados), etc. De acuerdo al estado real de los potreros, puede ser necesario realizar ajustes al plan de manejo implementado, entre los cuales se incluyen los siguientes para el período de otoño e invierno:

  • Si el crecimiento de la pradera en otoño supera el consumo por el ganado (marzo-abril), generando disponibilidades de ingreso y residuos superiores a los recomendados, la primera medida será reducir el nivel de suplementación de los grupos suplementados. En caso necesario, acelerar la rotación (disminuir el intervalo entre pastoreos), reduciendo la superficie total de pastoreo. Para ello, se debe descartar o saltar los potreros excedidos y destinarlos a otras categorías de animales o, definitivamente, a la conservación de forraje. Los potreros mal pastoreados deberán recibir un corte de homogenización a 5 cm de residuo, para volverlos a su condición.  Un exceso de forraje en otoño debiera conducir a una revisión de la carga animal del predio.
  • Por el contrario, cuando el crecimiento de la pradera se torna insuficiente y tanto las disponibilidades de ingreso como los residuos comienzan a disminuir más de lo deseado, diferentes alternativas son posibles:

Mientras las condiciones de temperatura y humedad del suelo sean favorables (marzo-abril), la fertilización con nitrógeno (N) es una herramienta eficiente para acelerar el crecimiento de la pradera. La aplicación de 35 kg de N/ha mejorará la oferta de pradera de otoño y las reservas de forraje verde acumuladas para inicios de invierno.

Paralelamente, la suplementación del ganado en función de su nivel productivo y de la disponibilidad y calidad de la pradera, permitirá compensar el déficit de forraje y mantener las frecuencias e intensidades de pastoreo requeridas, sin comprometer la producción ni la condición corporal de las vacas. No olvidar que, si se intenta suplir la falta de pradera desde mediados de otoño en adelante, aumentando la superficie asignada diariamente, los períodos de descanso entre pastoreos se acortan y la disponibilidad de forraje para los pastoreos siguientes se verá aún más restringida. Esta situación se vuelve crítica en invierno, retrasando el repunte de primavera.

Finalmente, en casos extremos, la eliminación anticipada de las vacas de desecho, machos para la venta y vaquillas no aptas para reposición, disminuirá la carga animal y los requerimientos de pradera.

 

 

 

 

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