Así lo plantea un documento de la FAO y la OCDE que señala que este resultado también se logrará por una mayor eficiencia productiva por animal a través del peso promedio de sacrificio, mejoramiento de la cría y mejores formulaciones de alimento.
La producción de carne de vacuno crecerá a 75 millones de toneladas para 2030, un 5,8 % más que en el período base. El lento aumento es atribuible a la debilidad de la demanda de carne de res, pues los consumidores cambian sus preferencia por la carne de aves de corral.
África subsahariana se proyecta que tenga la tasa de crecimiento más fuerte con un 15 %, debido al alto crecimiento de la población. En los principales productores y regiones exportadoras, el crecimiento será más modesto.
Se prevé que el crecimiento del consumo mundial de proteínas cárnicas durante la próxima década aumente en un 14 % para 2030 en comparación con el promedio del período base de 2018-2020, impulsado en gran medida por el crecimiento de los ingresos y la población. La disponibilidad de proteínas de la carne de vacuno, cerdo, aves y ovejas crecerá 5,9 %, 13,1 %, 17,8 % y 15,7 %, respectivamente, para 2030.
El informe presentado proyecta que los precios de la carne bovina, porcina y de aves se recuperarán en 2021, a medida que la demanda en los países de altos ingresos se recupere de la pandemia de la covid-19. Se prevén nuevos aumentos de los precios, aunque moderadamente, hasta 2025, ya que se supone que los ingresos y el gasto de los consumidores se recuperarán en otros países, especialmente en los países de ingresos medios donde la demanda de carne responde a los ingresos.
Se proyecta que China representará la mayor parte del aumento total en la producción de carne, seguida de Brasil y Estados Unidos. El aumento de la producción mundial de carne se debe principalmente al crecimiento de la producción avícola, señala el informe.
El aumento de la producción de carne de porcino seguirá siendo limitado en los tres primeros años de las Perspectivas debido a la lenta recuperación de los brotes de peste porcina africana (PPA) en China, Filipinas y Vietnam. Se supone que el proceso de recuperación se completará en 2023, especialmente en China.
En los países de ingresos altos los cambios en las preferencias de los consumidores, el envejecimiento y el crecimiento más lento de la población conducirán a una nivelación en el consumo de carne per cápita y un movimiento hacia el consumo de cortes de carne de mayor valor.
Así mismo, señala que el consumo de carne se ha desplazado hacia las aves. En los países en desarrollo de ingresos más bajos, esto refleja el precio más bajo en comparación con otras carnes, mientras que en los países de ingresos altos esto indica una mayor preferencia por las carnes blancas, que son más fáciles de preparar y percibidas como una opción de alimentos más saludables.
A nivel mundial, se espera que la carne de aves represente el 41 % de toda la proteína de fuentes cárnicas en 2030, un aumento de 2 puntos porcentuales en comparación con el período base. La participación mundial de otros productos cárnicos es menor: carne de vacuno (20 %), carne de cerdo (34 %) y carne de ovino (5 %).
Se prevé que el consumo de carne per cápita en China vuelva a su tendencia a más largo plazo para 2023, a medida que disminuya el impacto de la PPA en los precios domésticos de la carne de cerdo. Como resultado, un tercio del aumento general del consumo de carne durante el período de proyección se atribuye a la carne de porcino.
El comercio internacional de carne se expandirá en respuesta a la creciente demanda de los países de Asia y el Oriente Próximo, donde la producción seguirá siendo en gran medida insuficiente para satisfacer la demanda. La demanda de importaciones en varios países asiáticos de ingresos medios y altos ha aumentado constantemente en los últimos años debido a un cambio hacia dietas que incluyen mayores cantidades de productos animales. Los acuerdos comerciales internacionales han incluido disposiciones específicas para los productos cárnicos que mejoran el acceso a los mercados y crean oportunidades comerciales.
Durante los primeros años del período de proyección, las limitaciones de la oferta en varios países asiáticos, en particular China, inducirán una mayor demanda de importaciones y conducirán a precios más altos. Esto es especialmente relevante para el sector de la carne de cerdo, donde las pérdidas relacionadas con la PPA han reducido la producción en Asia.
Los brotes de enfermedades animales, las restricciones sanitarias y las políticas comerciales afectarán la evolución y la dinámica de los mercados mundiales de la carne. La eficacia de los esfuerzos mundiales para prevenir y controlar la propagación de la peste porcina africana influirá significativamente en el crecimiento de la cantidad de carne comercializada internacionalmente. Sigue siendo incierto cuánto aumentará la demanda mundial de importaciones para satisfacer los déficits de carne inducidos por la peste porcina africana en los países afectados. Se espera que esto agregue volatilidad a los precios de la carne en la primera parte del período de proyección.
Las modalidades de los acuerdos comerciales existentes o futuros (por ejemplo, el Área de Libre Comercio Continental Africana o la Asociación Económica Integral Regional) influirán en el tamaño de los flujos comerciales y los patrones del comercio de carne durante el período de las perspectivas, tanto a nivel mundial como bilateral.
Las proyecciones asumen que el impacto económico de la pandemia por la covid-19 será de corta duración y afectará principalmente al sector cárnico a través de efectos sobre los ingresos que reducen la demanda de productos cárnicos de mayor valor. Persisten algunas incertidumbres en la senda de recuperación del sector de los servicios alimentarios, que representa una parte significativa del consumo de carne y, en particular, las ventas de cortes costosos que no son reemplazados por completo por las ventas al por menor.
Estas incertidumbres también pueden afectar el suministro de carne y procesamiento de carne, dado que los protocolos de salud y las restricciones en el movimiento de personas han llevado a varias instalaciones de procesamiento de carne y mataderos a reducir sus capacidades operativas.