En los último años la genética bovina se ha visto revolucionada con el uso de la nueva tecnología, chips de HD que permiten leer el ADN de un animal e interpretar estos resultados usando la base de datos de AIPL-USDA*1 de manera que esta lectura se transforma en valores genéticos esperados. Apenas nace el animal se puede tomar la muestra de tejido y ¡antes de los 4 meses de nacido tenemos ya a terneros clasificados número uno en GTPI, en compuesto de ubre, vida productiva o tasa de preñez de las hijas!, y lo más probable es que antes de que ese toro sea capaz de producir semen para ser comercializado tengamos ya a otro ternero que ha ocupado su posición.
Los ranking genómicos evolucionan tan rápido que es difícil hacerles seguimiento y mantenerse al día ya que justamente en esta dinámica se basa el éxito y gran impacto de esta herramienta, la tremenda reducción del intervalo entre partos hace que el progreso genético se maximice y si a esto le sumamos los valores extremos de estos terneros entonces la mejora es aún más palpable. Actualmente las madres de toros son en su mayoría terneras y novillas de alto valor genómico, sobre todo para TPI*2.